Agenda cultural | Entrevista a Chelo Facal

Chelo Facal lleva "Un mundo de luz. Un mundo de cores" al Ateneo Ferrolán

La sala de exposiciones del Ateneo Ferrolán exhibirá, desde el 4 de octubre, “Un mundo de luz. Un mundo de cores”. Una exposición en la que se contempla gran parte de la obra pictórica y escultórica de la artista coruñesa Chelo Facal, que permanecerá hasta el día 29. Se trata de una retrospectiva que abarca varios períodos de su vida y de su obra, como un gran collage de luz y color.

Chelo Facal lleva "Un mundo de luz. Un mundo de cores" al Ateneo Ferrolán
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"Un mundo de luz. Un mundo de cores" en el Ateneo Ferrolán

Chelo Facal cuenta que pinta y dibuja desde pequeñita . “Recuerdo que mi primer regalo de Reyes, cuando ya no creía en ellos, fueron unos tubitos de tempera, un caballete y una paleta, que me regaló mi padre y que aún conservo. Fue él, el que tuvo la idea”.

- ¿Por qué se llama “Un Mundo de luz. Un mundo de cores” esta muestra?

- Porque cuando tienes lucidez, clarificas las cosas y no estás encerrado solo en tu mundo, a pesar de todo lo que te pase… Cuando tu corazón no se vuelve duro, ves la belleza y el color que tiene la vida. Estás muy triste y, de repente, notas que te da un calorcito del sol, o miras a un sitio y ves un árbol con sus brillos, sus sombras, los colores… Y se te quita, durante un tiempo, esa idea de asfixia, de desgracia o de repetición de todo. Es ahí cuando te das cuenta que la vida es en cada momento y es donde empieza mi proceso de creación.

- Usa mucho los colores pastel ¿Por qué trata siempre de quitarle la dureza a la pintura?

- Siempre uso colores primarios. Aunque, en mis cuadros, todos los colores tienen un poquito de los demás, porque así no molestan. Menos en el rojo, en todos les echo un poco de blanco. Me interesa plasmar sensaciones.

- ¿Con qué se va a encontrar la gente que vaya estos días al Ateneo Ferrolán?

- Mi ideal, cuando hago una exposición, es que la gente cuando entre note apertura, descanso, que sea agradable. No que digas qué estupendo este cuadro o el otro. Después, una vez que has tenido esa sensación de belleza, por decir en cierta medida, o de libertad, ya sí, te vayas fijando y digas pues este me gusta. Y también luego, si quieres, claro, puedes decir, pues mira, aquí tiene hasta defectos. Pero esa primera sensación que tienes al entrar en ese espacio, me parece muy importante.

- ¿Por qué tiene que ir la gente a verla?

- Yo creo que se pueden sorprender. Porque va a ser entretetenida, agradable, bonita de ver. Va a ser diferente, a tener color, espacio... La va a montar Maria Cajaraville, que es buenísma montando y tiene muy buen gusto.

Chelo Facal. Exposición "Un mundo de luz. Un mundo de cores" en el Ateneo Ferrolán

LOS COMIENZOS

- ¿Qué pasó en 1988 para que decidiera dedicarse a pintar más profesionalmente?

- Al tener una crisis económica monumental, a pesar de trabajar en el hospital, decidí que esa habilidad que tenía, iba a tener un uso financiero.

Recuerdo que le dije a mi madre que si podía dejarme un dinero para comprar pinturas, que me quería dedicar al arte. Me respondió que si de verdad me quería dedicar al arte que me esforzara y me las arreglara. Me pareció un reto de orgullo tan grande, que los primeros cuadros que hice y que vendí eran con lápices de colores, porque era lo que tenía a mano. Ahí me dí cuenta que tenía que ser gasto, ganancia, inversión. Con eso saqué un poquito de dinero, lo separé e invertí y así.

- ¿Cómo recuerda la primera exposición?

- Yo trabajaba, hacía las tareas del hogar, llevaba a mi hijo a la guardería y pintaba: todo en casa. Entonces, mi primera exposición fue en el salón de mi casa. La primera balconada que hice fue en la cocina, separando la mesa, haciendo la comida a la vez y todas las cosas en el centro. Allí, todo el mundo entendía que aquello era sagrado, la gatita que teníamos también. Fue un proceso lento.

- ¿Cómo conciliabas la vida personal, con la laboral y con la artística?

- Pues cuando la gente salía los fines de semana, yo pintaba. Siempre tuve niños en casa, los niños jugaban y yo pintaba.

- ¿Cuándo decides realizar también escultura y cerámica?

- Un amigo que era escultor me enseñó a tallar piedra y madera. Me gustaba el bulto redondo y la escultura, pero mi espalda no me lo permitía. Así que hice técnico superior de cerámica artística en la Pablo Picasso, porque me parecía que ya había hecho todo lo que podía hacer con la pintura y quería hacer algo más. Tuve muy buenos profesores.

Obra e influencias

- ¿Qué es lo que te mueve a la hora de crear una obra?

- El trabajo. Tú quieres trabajar, empiezas a dibujar y no sabes… y dibujas una cosa y le vas dando vueltas, borras, retocas, y luego vas trabajando, y va saliendo. Otras veces no te sale nada, pero cuando sale, te tiene que pillar trabajando.

- El agua está presente en muchas de sus obras. ¿Qué es para Chelo Facal el agua?

- Bueno, soy de Coruña, me gusta mucho el mar, el oceáno Atlántico. Mi padre era de Porto do Son y me parecía lo más bonito que existía en el mundo, hasta que después conocí Granada, Sevilla, la zona del Algarve… Y después, muy mayor, descubrí Castilla, siendo mi madre castellana, me pareció árido. Pero luego vi la belleza y la locura de Castilla.

Chelo Facal. Exposición "Un mundo de luz. Un mundo de cores" en el Ateneo Ferrolán

- ¿Cómo han influido sus orígenes en sus pinturas?

- Creo que uno pinta lo que es, donde vive, donde nace, donde siente. Si buscas un diálogo tuyo a lo largo del trabajo es imposible que esté separado de ti, de tus ilusiones, fantasías, todo influye. No creo que somos seres separados, somos seres en conjunto con la naturaleza y con todo lo que existe.

- ¿Cree que se puede vivir solo de la pintura?

- Solo tú, de la pintura, es muy difícil. Si tienes una situación privilegiada familiar que desde el principio te potencian, te ayudan y ya te encaminas puedes. Pero, para mi entender, es muy difícil, y en Galicia menos, y en Coruña peor. Yo no soy una pintora que venda cara su obra. Pero si tienes un hijo necesitas mínimo unos mil euros para pasar el mes y la continuidad es muy difícil.

- ¿Con qué movimientos pictóricos se identifica más?

- Yo creo que en todo hay preciosidades. En el abstracto hay cosas que ves, que son una maravilla. En el hiperrealismo ves obras preciosas. Yo cuando vi, por primera vez, al Greco, en mi vida, flipé. Era muy pequeña, nos llevaron de excursión, aluciné con aquella fuerza, esas figuras… Eran distintas, el color que usaba… y me quedé allí un rato, mirando. Pero, luego, hay miles de ellas, porque tienes a Velázquez, los clásicos, El Bosco…

- ¿Y pintoras?

- Hay una autora alemana, de la época nazi, Tamara de Lempicka, que me encanta. De mis compañeras, ahora, me entiendo muy bien con Maria A Flaira. Me gusta muchísimo su cabeza. Teniendo diálogos diferentes, porque ella es más evidente, yo menos, pero me gusta mucho el trabajo que tiene. Me parece muy buena, su evolución.

- ¿Entre Picasso y Miró, con cual se queda?

- Tengo que reconocer que Picasso es muy bueno, pero Miró tenía un diálogo propio. Lo que hizo él no lo hizo nadie. Tiene un concepto de la vida y del universo diferente. Se nota en sus cuadros y en las cosas que hace. Creo que Miró es incomparable. Está infravalorado, al lado de Picasso, que copió todo muy bien, y tuvo muy buen ojo para promocionarse, pero no me parece que inventó nada.

- ¿Cómo definiría su pintura?

- Es pintura figurativa, pero creo que es, personalmente, mía. Con muchas influencias, pero no se puede clasificar. Me sale así. Te pones a pintar y tienes que aprender una técnica, que es importante, pero el arte es algo que aparece. No lo puedes buscar, porque, entonces, deja de existir. Es algo que te viene dado, no se aprende.

Chelo Facal lleva "Un mundo de luz. Un mundo de cores" al Ateneo Ferrolán