La actriz interpreta una obra unipersonal sobre la violencia de género

Paulina Hunt: cerrando círculos de violencia

Entrevistamos a la actriz chilena Paulina Hunt sobre su obra “La violencia se aprende, la no violencia tambien”

Paulina Hunt: cerrando círculos de violencia
Paulina Hunt
Paulina Hunt en escena (fotografía de Pressenza)

Fuente: Pressenza | 01/08/2016 | Santiago de Chile | Pía Figueroa

Pressenza: Paulina, nos enteramos que nuevamente estarás sobre las tablas, con un ciclo en Providencia ¿Puedes comentarnos de qué se trata?

Paulina Hunt: Este es un proyecto que presentamos al Fondo de Participación Ciudadana, de la Municipalidad de Providencia, y nos lo adjudicamos. Y consiste en 3 funciones de la obra “CICLO, La Violencia se Aprende, la No Violencia También” con conversatorio posterior y un Taller de Teatro Pedagógico y No Violencia para funcionarios de la municipalidad y carabineros, que trabajan directamente con el tema de la violencia de genero.

Pressenza: ¿Y cuándo es esto? ¿Dónde?

  • Casa de la Ciudadanía MONTECARMELO el sábado 6 de agosto a las 20:00 hrs.
  • Centro de Creación y Comunidad INFANTE 1415 el viernes 19 de agosto a las 20:00 hrs.
  • Café Literario del Parque Bustamante el martes 23 de agosto a las 19:30 hrs.

Con conversatorio posterior y con Entrada Liberada

Pressenza: Cuéntanos un poco cómo es hacer teatro sola, en obras unipersonales, como has venido haciendo últimamente…

P.H.: Lo primero es que el teatro no se hace sola. ¡Imposible! La característica de los Unipersonales es que hay una actriz (o actor) sola sobre el escenario representando a varios personajes y detrás todo el equipo. En esta oportunidad me acompañan Adriana Castro en la producción, Juan Guillermo Ossa en sonido, y Elías Sepúlveda en iluminación. La verdad el trabajo artístico en general es una creación colectiva, y en particular las artes escénicas. Ahora, frente a tu pregunta de cómo es esto de estar sola en el escenario: un esfuerzo inmenso ya que es muy exigente energéticamente y la vez una aventura alucinante ya que no te puedes engañar, ni enredarte en la complicidad con una compañera de escena, sino que tus únicas aliadas en el viaje son las espectadoras. Y ahí está el desafío: hacer el viaje con el público. Me encanta. Es muy atractiva la sensación de ampliar el escenario y romper la cuarta pared, es decir esa muralla imaginaria que divide a los espectadores del espectáculo, para vivir una experiencia donde tanto la actriz como quienes entran de público estamos en un círculo imaginario, reflexionando sobre nuestras vidas, las posibilidades de transformación y lo más importante gozando la experiencia artística.

Pressenza: ¿En qué te inspiraste para escribir estas obras?

P.H.: Esta obra surge de la necesidad de hacer un acto transferencial o psicomágico con muchos aspectos de mi vida como mujer a los cuales estaba poniendo termino y abriéndome a otra “forma de estar”. Cerrando círculos de violencia. Violencia con otros y conmigo misma. Postergaciones. Amores incompletos, esos que quieren solo aspectos del otro. Amores cobardes…Por otro lado, escuchando muchas historias de mujeres, y preguntándome ¿Qué hago con todo esto? No pueden quedar solo en mi corazón. Incluso, en mi ámbito más cercano de amigas se vivían situaciones de violencia muy complejas y me preguntaba cómo aportar. Y finalmente eso fue clave, decidí investigar en mi misma y en historias de otras: cómo se sale de la violencia. Cuáles son los pasos. Qué ejemplos hay. Cómo lo hacen las mujeres que rompen el ciclo de la violencia. Y escribí. Escribí historias mías y de otras, y también imaginé…sobre todo imaginé ese camino de salida, lo dibujé clarito, sumando de aquí y de allá. Entonces la obra muestra mujeres que no ven o que no son conscientes de la violencia que viven. Otras que si la ven y ahí se quedan. Y las que ven y transforman. Y en ese juego de visiones se abre la posibilidad de que los espectadores, hombres, mujeres…conecten y se les abra la opción de transformar sus vidas. Mientras yo también voy haciendo mi propia transformación. Hay mucho dolor que sanar.

Pressenza: ¿A qué apuntas, ¿qué esperas que le pase a la gente con estas obras?

P.H.: Te cuento que esta obra lleva 9 años en cartelera desde su estreno el 2007, y hemos recorrido desde Coyhaique hasta Arica acá en Chile y además ha salido a Lima-Perú.

Y el teatro es algo tan vivo que las obras se van construyendo en la medida que se relacionan con los espectadores. Así que a lo que apuntaba con esta obra aparte de pasarlo bien, vivir una experiencia grata, de goce estético; siento que lo hemos logrado y es que las personas que asistan tengan la posibilidad de vislumbrar caminos de salida de su propia violencia, ya sea porque la ejercen o la reciben…o ambas, que es más lo común.

Me gustaría que los espectadores lograran rescatar los gestos para parar la violencia. Generalmente cuando se habla de violencia de genero se habla y se describe una y otra vez cómo fue el acto de violencia, cómo la mujer se somete, cómo deja que la apoquen, como es controlada…cómo fue la golpiza o incluso cómo fue el feminicidio…con lujo y detalle. Y qué tal si nos detenemos a observar esas conductas donde una mujer detuvo un acto de violencia, dijo “no más”, hizo algo que le devolvió su humanidad, revirtió el temor y sacó lo mejor de ella y cambió su destino.

Y eso sucede con la obra, los testimonios que nos han dado muchas mujeres después de verla dan cuenta de eso. Son las voces de los personajes que siguen sonando como un eco inspirador para muchas mujeres luego de haber visto la obra. En la obra hay pautas específicas de cómo romper ciertas situaciones de violencia.

Pressenza: ¿De qué modo relacionas lo que haces con el momento actual que estamos viviendo?

P.H.: ¿Con este, un mundo convulsionado y revuelto donde todo se cae a pedazos?; creencias, esquemas, instituciones. Siento que necesariamente nos tenemos que adentrar en lo profundo para encontrar el eje, el centro: entonces vuelvo al teatro.

El Teatro, que es donde podemos encontramos, en un espacio pequeño al azar y nos podemos mirar, sentir… siendo cómplices con el actor, con la actriz, compartiendo pensamiento, sentimiento… Ahí frente a frente; escudriñando en conjunto lo que nos pasa, la conducta humana, el conflicto, reflexionando y riéndonos, mirándonos como en un reflejo tangencial que te permite alejarte…, alejarte y volver, que no es agresivo, que solo te roza.

Hoy, donde sentimos en cada esquina el intento de manipulación y de dominación de la subjetividad humana, he vuelto al teatro. En ese lugar no hay manipulación, hay una descarnada realidad con un objetivo: despertar, emocionar, hacerte reír…

Ahí, frente al artista, que, en un acto de máxima idolatría, permite y goza que lo miren, envanecido de su talento y de lo que es capaz de producir y a la vez, sumido en la máxima humildad que lo impulsa a hacer desaparecer sus propias características, para que el personaje entre y se personifique. Él o ella, que se ha sentido el más bueno o santo, permite que entre el más endemoniado personaje y que habite su voz, su cuerpo, su emoción. Somos testigos del abandono total de las propias características, en el rito del despojo y la transformación. Hoy he vuelto al teatro, a ese lugar pequeño y único, donde ocurre lo irrepetible, lo que solo ocurre por la presencia de cada uno de quienes estamos en esa función. En un acto sagrado de encuentro con lo humano

Pressenza: ¡Esperamos que tengas el mayor de los éxitos, que la gente comprenda tu mensaje y que lo haga suyo! Esperamos que sigas actuando, conmoviéndonos con la calidad de tu trabajo, despertándonos para hacernos realmente humanos. ¡Muchas gracias, Paulina!

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