Una historia de violencia de género

Ella decide ponerse en pie

Es una mujer joven, de 32 años, puede llamarse como cualquiera de nosotras María, Loli, Pilar… y ha dicho, "necesito hablar y contar lo que he vivido".

Ella decide ponerse en pie
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Ella decide ponerse en pie

Nació en una gran ciudad, en una familia acomodada, muy numerosa, y sentía el calor del cariño, de las comidas con 7 u 8 personas a la mesa. Hasta los 8 años se nutrió del cariño de su familia.

Su familia le educó en la obediencia: ella tenía que hacer lo que los mayores -decían, debía obedecer, los mayores sabían lo que era bueno y malo y ella no. Por lo tanto tenía que ser muy obediente. Y así fue.

Cuando ella tenía 3 añitos, sus padres emigraron para trabajar en otro país. Sentía la añoranza de sus padres, les echaba de menos, pero contaba con el amor de sus tías, tíos y de todas sus primas y primos.

A los 8 años, sus padres decidieron llevársela con ellos a vivir a una gran ciudad de otro país. Su alegría poco a poco se volvió tristeza. Habían pasado 5 años y sentía a sus padres como unos extraños, trabajaban mucho y ella pasaba mucho tiempo sola. A la hora de comer muchas veces estaba ella sola, añoraba otros tiempos.

Cuando llegaba el verano, el destino de sus vacaciones era Italia junto a su tía y su tío, este era muy querido por ella y era su pilar de ética. Uno de los veranos su tío le alertó, le dijo: "cuida de tu madre, si ves que algo pasa, házmelo saber, escríbeme".

Regresó a su día a día, estudiaba en un colegio que le encantaba, se adentró más en el baile, descubrió la poesía y la música, era buena en todo ello, ganó premios, las profesoras consideraban que podía ser una gran bailarina.

Pero en su casa las cosas comenzaron a no ir bien, se daba cuenta de que la relación entre su madre y su padre no iba bien, al principio escuchaba discusiones y rápidamente iba a ver qué pasaba, pero todo se disipaba y decían que no pasaba nada.

Un día, que estaban comiendo los tres juntos, conversaban de diferentes temas y dio su opinión sobre uno de los temas, su padre le levantó la mano por primera vez y comenzó a sangrar por la nariz, su padre se salió a la terraza y su madre se quedó paralizada, Amelia miraba a su madre increpándola y se desmoronaba al ver que no hacía nada. El padre regresa a la mesa pidiéndole perdón, por fin su madre reacciona y acude a ella a darle auxilio.

Este hecho rompió un dique: ahora las discusiones y el maltrato del padre hacía su madre ya eran abiertas, no se ocultaba. Amelia no se callaba, defendía a su madre, pero debía ser una niña obediente e irse a su habitación.

Amelia se sentía sola, no podía acudir a su familia que estaba a miles de kilómetros pero tenía que encontrar ayuda y comenzó a investigar. Acudió a casas de acogida que podían ayudarles en la situación de violencia que vivían, le dijo a su madre, "vayámonos , aquí nos pueden ayudar", pero su madre decía que sí y nunca actuaba.

Comenzó a decaer en sus estudios, siempre tenía unas notas formidables y comenzó a suspender. Los castigos fueron muy severos:castigada un mes por asignatura suspendida, ya no podía evadirse yendo a la biblioteca o con sus amigas y amigos, estaba sujeta en casa y con su padre, que en aquel momento no trabajaba, se había lesionado y le culpó a ella de su lesión.

La relación con su padre se tensaba cada vez más, un día que los dos se preparaban para comer, estaba poniendo la mesa y los manteles individuales no estaban lo bien colocados que su padre consideraba, le recriminó con mucha severidad y ella se enfrentó a él recriminándole también. Se dio una situación de violencia y ella tirada en el suelo, cogió un cuchillo que tenía cerca intentando defenderse. Su padre se encerró en el baño, ella aprovechó, cogió su abono de transporte, cuatro cosas más y salió de casa. Se fue con la decisión de no volver, fue junto a su madre en donde trabajaba, le contó la discusión con su padre sin entrar en detalles. Amelia no solía contarle muchas de las situaciones de maltrato que vivía con su padre, ella sentía que su madre ya tenía bastante.Dijo a su madre que no volvía a casa, su madre preocupada "¿a donde vas hija?". No lo sé, pero me voy.

Ese día recibe la llamada de su novio y le cuenta lo que acaba de vivir, él le invita a irse a su casa. Amelia tenía en ese momento 16 años, su novio tenía 20 ó 21 años, ella no sabía su edad. Compartía piso con su hermano y otras personas, era un piso amplio y estaba en buenas condiciones. Ella encontró -o eso pensó- que tenía a alguien que le iba ayudar, se enamoró de Manuel, vivieron juntos un tiempo y en ese tiempo comenzó la siguiente etapa de su vida.

Ella era y es una joven hermosa, llamaba la atención. Su novio le pedía que se vistiera muy mona y ella lo hacía, pero le recriminaba cuando la miraban, y ella no entendía qué sucedía, su comportamiento no inducía a que otros le miraran, le decía “si me están mirando por la espalda yo no le estoy incitando, no es culpa mía”, pero Manuel no lo veía así.

Amelia dejó los estudios, no se sentía capaz de estudiar y decidió formarse en un oficio. Conenzó ese proyecto, su novio Manuel jugaba a la play, fumaba porros y se iba de fiesta, la comida escaseaba y el hambre encogía los estómagos. La relación con Manuel estaba llena de problemas y él le decía “Amelia vienes de ser una princesita, has caído del pedestal y no te conformas con la realidad, lo que debes es estar agradecida”. Amelia se convenció de que ella era el problema, la culpable de que la relación no funcionara.

Visitó a un psiquiatra y a un psicólogo, le dieron medicación para que se tranquilizara y pudiese dormir. Se pasaba largas horas encerrada en su habitación, se ausentaba del mundo. En varias ocasiones, estando totalmente sedada y dormida se despertaba con su novio encima, así lo cuenta.

Las relaciones con los compañeros de piso se fueron deteriorando cada vez más, decidieron mudarse y alquilaron una habitación. Estas habitaciones individuales tenían cerradura y Amelia se quedaba horas encerrada mientras su novio salía. Cada vez ella se tomaba más ansiolíticos y sus crisis eran más fuertes

Amelia se da cuenta que su vida no esta bien, continua formándose en un oficio, tiene unos mínimos ingresos de 30€ y toma una decisión: salir de la situación en la que vive. Sacó fuerzas de donde pudo y comenzó a entregar currículums a toda empresa que encontraba por el camino. Lo hizo todo caminando en una ciudad de millones de personas, sin comer y agotada, pero con la imagen adecuada para presentar su currículum. Al poco tiempo la llamada esperada: consiguió un trabajo en una tienda de moda. Fue un primer paso, la contrataron para sustituciones de vacaciones en verano, le hicieron un contrato fijo. Ella era muy rápida y le gustaba el trabajo, pero a sus compañeras no les gustaba que fuese tan eficiente, les ponía en mal lugar, así que las quejas a la encargada hicieron que la despidieran una vez que las vacaciones habían terminado. Pero ya había tenido su primer trabajo, ya que había cumplido 18 años y no dependía de que su padre le tuviese que firmar ninguna autorización, ni documento.

La relación con su madre era esporádica, se veían de vez en cuando, con su padre era una relación totalmente ausente.

Tenía una amiga, Begoña, que era muy buena amiga, que la conocía ya de hace algún tiempo y Amelia le dijo, "me quiero ir". Y eso hicieron: se fueron con el dinero de su finiquito -su amiga no tenía dinero-, cogieron rumbo otra ciudad y se encontraron casualmente en el autobús con una amiga de Begoña.

Amelia corría con los gastos y guardaba su dinero en su maleta. Una noche después de llegar al piso que les había dejado un amigo, sus amigas le dicen: "nos han robado, no está el dinero, se lo han llevado, seguro que fue el dueño del piso". Y comenzaron a atacarle verbalmente, pero decidieron marcharse, Amelia no entendía lo que había pasado, ella no había ido a mirar si faltaba el dinero, sus amigas sí, todo era muy extraño pero así quedo la cosa en ese momento. Lograron regresar, después de conseguir el dinero para viajar a al ciudad en donde vivían.

Encontró nuevos trabajos, trabajaba de día y en las noches trabajaba en una discoteca, no tenía muy buen ambiente, ella era camarera y hacía su trabajo, tenía buenas propinas, Amelia trabajaba todo lo que podía para no depender de nadie.

Había clientes en la discoteca que siempre le invitaban a salir, ella se negaba. Un día sus dos amigas van a verla, se sentaron a tomar algo y comenzaron a hablar con los clientes que siempre invitaban a Amelia a salir. Al terminar su jornada Amelia se quería ir a su casa, pero sus amigas le insistieron en irse a tomar algo con los chicos, la convencieron y se animó a ir. De esa noche ella sólo recuerda despertarse dolorida, magullada y con hematomas en sus partes intimas. Y por todo el cuerpo tenía quemaduras de cigarrillo. Había sido violada. Estaba sola, las amigas habían desaparecido, no hubo rastro de ellas.

En la ducha, tratando de entender qué había pasado, se dio cuenta de la realidad que había vivido, su supuesta amiga la había utilizado todo este tiempo. Lloraba bajo la ducha, recordando a su madre, que no la había defendido ni protegido ante su padre; de su novio, y ahora, de su gran amiga que la había engañado absolutamente en todo. Su sensación de soledad, de vulnerabilidad, era grande, estaba quebrada. Cuando dormía sus sueños se convertían en pesadillas, imágenes difusas aparecían en su cabeza.

Pero tenía que seguir y continuar con la vida, se apoyaba en su trabajo y decidió dedicarse a estudiar Imagen y Sonido. Se introdujo en ese mundo, en donde le iba muy bien. Un chico que estudiaba en el mismo lugar que ella, trató de llamar su atención, siempre la buscaba hasta que la conquistó. Con el tiempo se fueron a vivir juntos.

Amelia acudió a un sexólogo y a un psicólogo, no permitía que nadie le tocara, no podía ver en televisión noticias como las de la manada, no toleraba voces altas... Tenía muchas marcas en su alma y había que hacer algo con ellas.

En este caso, tanto el psicólogo como la sexóloga le escuchan, ella relata su vida desde pequeñita y va comprendiendo comportamientos anormales que fue adquiriendo a lo largo de su vida, en todo el relato de su infancia se evidencia que habían abusado de ella. Va comprendiendo su vida y dándose cuenta que lo consideraba normal no lo es.

Al tiempo comienza a vivir de nuevo, le va bien con su trabajo y con su nueva pareja, hacen proyectos juntos. A su novio le preocupa la relación que mantiene con su padre y le anima a reconciliarse, le anima a acercarse y hablar con él. Amelia accede. Se produce la reconciliación entre ambos, su padre le pide perdón y ella aprendió a perdonarle. Su padre ha dado un gran cambio, la relación entre los dos es muy buena, se pudo dar un giro y reconciliar una situación muy difícil.

Hoy en día los tres se quieren, se valoran, se apoyan y se respetan

Amelia continua con su vida, trabajando y estudiando. Un día buscando un diseño en el ordenador de su novio, encuentra un archivo que abre y encuentra imágenes de pornografía infantil está con un pedófilo. Ella cierra el archivo, se va a trabajar y comienza a bloquarse mentalmente: todo su pasado vuelve a su cabeza y viene nuevamente el bloqueo interno.

En esta época fallece su tío, uno de los pilares de su vida. Junto a su abuela que fallece también al poco tiempo, esto impacta en la vida de Amelia, produciendo un gran abatimiento.

Tiene que continuar con su vida y afrontar el día a día, habla con su novio y este termina sincerándose con ella completamente incluyendo los abusos que él vivió de pequeño. Amelia le da dos opciones, denunciarle o poner remedio y buscar ayuda, él se compromete a salir de esta adición.Le acompaña a la consulta en donde le van a tratar y le hace un seguimiento estricto y continuo. La relación se va deteriorando, él crece y ella mengua, pero sigue a su lado ya que sentía que tenía que hacer algo por él.

Los cambios continúan en su vida, le surge una nueva oportunidad laboral, deja su antiguo trabajo y su vida en una gran ciudad y se desplaza un pequeño pueblo, se adapta a la nueva situación, allí tiene tiempo de sobra para pensar. Revisa su vida dándose cuenta del sentimiento de culpabilidad que carga, de que muchas cosas que creía que eran normales no lo son... necesita sincerarse, hacer su verdadero relato y construir su verdadera historia.

Y hoy Amelia decide hablar y contar su historia. Los cambios en su vida continúan, Ella nuevamente decide ponerse en pie, decide a confiar en ella misma

Ella decide ponerse en pie