Paz y noviolencia

Mi experiencia existencial frente a la guerra en Ucrania

Escribo esta breve nota pensando en los cientos, tal vez miles de personas que como yo han sufrido y continúan sufriendo la tortura psicológica y moral de haber sido empujados a vivir una guerra y a tomar partido cuando no refleja nuestra visión, ni nuestros sentimientos ni nuestro modo de pensar y actuar. 
Mi experiencia existencial frente a la guerra en Ucrania

Antonio Carvallo | Pressenza  - Londres

Aunque horrorizados por el sufrimiento y la muerte de miles de seres humanos como nosotros, se nos fuerza a elegir bandos entre opciones inaceptables, por parte de medios de difusión corruptos y mentirosos e individuos y organizaciones políticas y militares que nos parecen detestables. Comparto la angustia que, sin duda, sufren como yo, y mis pensamientos acompañan a las víctimas del conflicto.

Desde el inicio de la “Operación de desarme y eliminación de los grupos nazis que controlan el gobierno de Ucrania” y la invasión escéptica con miles de tropas y tanques, para atacar “objetivos estratégicos, pero cuidando a la población civil”, mi ánimo, mis sentimientos e ideas y aún mi estado físico han pasado por una “montaña rusa” de pasión, frustración, compasión, tristeza, violencia interna, depresión… y una multitud de sentimientos y sensaciones contradictorias.

Tomaba por un momento la postura de la OTAN y, en mi cabeza luego, la degradaba y eliminaba, recordando las imágenes de víctimas en Donbass y recordando la secuela interminable en mi memoria histórica de más de sesenta años, de las guerras americanas continuas desde Corea y Vietnam hasta hoy, en todos los continentes de la tierra. Veía ríos de sangre inocente deslizarse frente a mis ojos, con sentimiento de furia y venganza. Buscaba luego calmarme y encontrar mi centro. Después iba a Donbass, la frontera rusa y veía reportajes del ejército invasor, avanzando lenta e inexorablemente, enfrentando poca resistencia, y las explosiones de obuses, edificios destruidos, gente huyendo desesperadamente, con niños y pertenencias personales… escapando de la muerte y destrucción. La imagen del dolor y la crueldad humana en vivo, sabiendo que en cada edificio destruido había también seres humanos despedazados.

Detrás de esa aparente acción defensiva de Rusia, no podía dejar de ver el despliegue cruel y desproporcionado de fuerza. ¿No habría acaso otras formas de prevenir y proteger a Rusia, de establecer sus líneas rojas frente al avance de la OTAN y sus armas letales? ¿Como podría sentir justificado el avance de Putin sobre Ucrania, asesinatos preventivos para evitar nuevos asesinatos por parte de los Nazis de Stepan Bandera y la OTAN?

Hoy, las líneas rojas están siendo trazadas con sangre. ¿Era eso necesario? ¿Dónde y cuándo y de manera definitiva será trazada la línea final que rechace la violencia en todas sus formas, en la propia mente humana?

¿Es que debo declarar el fracaso de los principios que han guiado mi vida desde mi juventud y abrazar la causa de la venganza de uno u otro bando?

Luego, veo a esos ‘burócratas insolentes’ representando la autoridad de Europa, individuos que no representan nada ni a nadie, sin responsabilidad política con electorado alguno… tal vez, conscientes de su insignificancia, y que vociferan exabruptos condenatorios mientras dictaminan cientos de sanciones sobre Rusia. Ellos siempre asociados en todas las aventuras criminales de OTAN, nunca sancionados, sacerdotes vociferantes de una justicia creada por ellos mismos e imbuidos de algún tipo de mandato casi divino.

Los observo cada vez en las pantallas amenazando, juzgando y castigando a Rusia, ignorando su posición y su derecho a defenderse. De hecho, y por eso mismo generando la acción que hoy censuran. Sí, porque la población rusa de Donbass no es humana, no tiene derechos y los crímenes perpetrados sobre ellos no tienen sanción; los acuerdos de Minsk y su incumplimiento no existen, los miles de muertos y heridos de los últimos 8 años de impunidad, no ocurrieron…

Todo es tan burdo, injusto, inhumano, y cruel que siento ira, el deseo de venganza y el instinto acusador poblando mi conciencia… entonces, centrando mi atención en mi corazón, y aspirando profundamente y reteniendo el aire por un momento, pido en mi interior por estar libre de toda contradicción, deseo de venganza, y violencia interna… y por recobrar la fe en el ser humano, la fe en que el futuro será mejor.

Sin embargo, no es fácil ese subir y bajar al infierno mental. Voy notando así la acumulación gradual de cansancio durante el día al seguir los partes de noticias y contenidos gráficos de decenas de medios que distorsionan, manipulan o inventan informaciones según sus conveniencias e intereses. Ese es el mundo distópico en que vivimos: pandemias, restricciones, encierros, cifras alarmantes de miles de muertos, y enfermedades nuevas e irreconocibles producto del Covid-19 o las vacunas… que al parecer no completaron pruebas clínicas rigurosas ocultando estadísticas de efectos adversos… para no afectar el negocio, o como han declarado “para no confundir y atemorizar a la población”.

Pero ese tema desapareció de nuestra percepción cotidiana, ahora el tema es la guerra y los crímenes de Putin… quien deberá sufrir una condena espantosa en los tribunales de la Haya y no podrá escapar de la justicia de Europa…la digna, justa y civilizada Europa… Claro, no se habla de los crímenes de Tony Blair que mintió al parlamento, y a la ONU instigando así guerras que costaron millones de muertos y desplazados. Por supuesto, Putin es horrible y ruso, Blair es británico.

La razón de ser de las entidades geopolíticas, los estrategismos, las discordias que parecen justificar todas las maniobras y crímenes de las superpotencias…. una lógica y “raison d’etre” irreductible de la “seguridad de los estados”, de la defensa de sus “estilos de vida”, de sus “intereses”, del “orden mundial basado en reglas”… legalismos falaces creados por los mismos oportunistas de siempre.

Bajo entonces la mirada hacia los lideres de uno y otro bando, Biden, Putin, y sus secuaces, y observo la misma corrupción, la misma ansia de poder e igual desdén por los demás seres humanos. Percibo en ellos similar nivel de contradicción y sufrimiento.

No consigo exonerar a unos y condenar a otros sin sentirme igualmente estúpido y canalla.

¿Quién elige lo que piensa, siente y hace, si no eligió nacer y son sus circunstancias las que eligen por ella o él? ¡Donde no hay libertad no hay bien ni mal!

La tragedia humana no podrá detenerse hasta que comprendamos por meditación cuidadosa y fe interna que la violencia existe en el fondo de nuestra conciencia y es resultado del pensar, sentir y hacer en opuestas direcciones.

La liberación de la violencia y el sufrimiento no se conseguirán jamás por medio de guerras.

Mi experiencia existencial frente a la guerra en Ucrania