Movimientos sociales

El poder empresarial y el destino humano

Hemos sido testigos durante las últimas décadas de que la humanidad y su medio ambiente parecen ir por un camino equivocado que desemboca en su inminente destrucción.

El poder empresarial y el destino humano
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2ª marcha mundial por la paz y la noviolencia

Pressenza | 25.06.2019 - Santiago de Chile - Redacción Chile | Juan Gómez

La señal de alarma se encendió por el agotamiento de algunos recursos naturales no renovables, extinción de muchas especies animales, polución atmosférica, contaminación de ríos y mares. A esto se suma el consiguiente deterioro de la flora y fauna que los habitan, en parte agotada por la pesca masiva, en parte intoxicada por los desechos de la actividad humana y también disminuida por el aumento de la temperatura de sus aguas.

Las guerras por el poder y los recursos naturales han existido siempre, desde siglos, sin embargo nunca habían tenido el efecto tan destructivo para las personas como para su hábitat por el desarrollo tecnológico de las armas utilizadas, lo que ha generado éxodos masivos de poblaciones enteras, migrantes que nadie quiere recibir dadas las políticas nacionalistas de los países occidentales.

El modelo de desarrollo casi universal de los países basado en el crecimiento a través del consumo genera diversos tipos de problemas tanto para el medio ambiente como para los seres humanos que lo habitan:

En primer lugar generando una enorme emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global y el cambio climático. A pesar de tener claras posibilidades de ir cambiando la energía basada en combustibles fósiles por energías más limpias, esto no se hace por no querer afectar la industria petrolera y carbonífera.

En segundo lugar, por un estilo de vida consumista materialista ajeno a la verdadera esencia del ser humano. Un apetito nocivo por los bienes materiales que redunda en ambición desmedida por tener por sobre el ser, basando su valoración humana en este parámetro. Desnaturaliza a las personas, desarraigándolas de su verdadera esencia, generando un individualismo nocivo ajeno a su verdadero sentido de vida, que se encuentra en el compartir con espíritu de servicio a la comunidad.

En consonancia con lo anterior se ha creado una nefasta costumbre empresarial de producir artículos desechables, para acelerar la demanda por sus productos, generando millones de toneladas de basura, muchas veces de difícil eliminación y degradación.

Este modelo de producción agota veloz e irreversiblemente los recursos naturales no renovables del único planeta que tenemos.

Instala enormes desigualdades entre las personas que tienen mejores oportunidades y capacidades para generar recursos condenando a una inmensa mayoría a la pobreza y a una minoría a una riqueza escandalosa, astronómicamente superior. Así, segrega a las personas en primera, segunda y tercera clase.

Este modelo que todo el mundo percibe como dañino se resiste a desaparecer, más bien tiende a exacerbarse, dado el intenso manejo promocional y publicitario del empresariado económico transnacional. En efecto, lo hacen mediante la promoción a través de los medios, de productos que prometen traernos un montón de felicidad. Celulares, autos, viajes a lugares paradisíacos, tragos, asados con amigos y un largo etcétera nos dibujan un mundo de fantasía que se basa solamente en disfrutar, pero que como un espejismo se desvanecen en oropeles que no nos traen lo prometido.

A pesar de que sabemos que el consumo no trae la felicidad, sino más bien desencanto y frustración para la mayoría, y que nos conduce a la destrucción de nuestro hábitat por el desastre medioambiental que provoca, no hemos podido cambiar de modelo y seguimos a bordo de un tren que amenaza con descarrilarse.

No hay nada más poderoso en este mundo que los intereses empresariales, con su publicidad y lobby sobre gobiernos y parlamentarios para cooptarlos, haciéndolos obsecuentes con sus intereses, contrarios a los de las poblaciones.

Las personas a través de las democracias representativas, eligen a gobiernos y parlamentarios para que los representen y defiendan sus intereses, sin embargo, nada han podido hacer pese al clamor de la ciudadanía consciente que reclama medidas efectivas contra el cambio climático y también el derecho a vivir en paz en un mundo violento. El resto vive anestesiado por el fervor consumista y sus válvulas de escape como son el fútbol y las fiestas.

Y es que a pesar de la urgencia de medidas efectivas para frenar el cambio climático y la carrera armamentista no se ha podido hacer casi nada por contenerlos. Esto nos conduce a pensar casi sin temor a equivocarnos que el verdadero poder que maneja las políticas de los gobiernos es el mundo empresarial con sus intereses económicos. Las pruebas saltan a la vista. Las empresas necesitan crecer para generar utilidades que satisfagan a sus accionistas, por lo tanto, necesitan hacer una fuerte promoción de sus productos y el modelo de vida al que conducen, y un lobby gigantesco sobre los gobiernos para que generen políticas que vayan en consonancia con sus intereses comerciales. Queda demostrado ya que cuando un gobierno se sale de la norma y adopta un modelo de vida distinto basado en políticas económicas más equitativas que distribuyan en mejor forma los ingresos, retiran sus capitales y desinvierten, y cuando los intereses en ese lugar son muy grandes dadas sus riquezas naturales o su importancia geopolítica, fuerzan a los gobiernos imperialistas a aplicar sanciones y bloqueos económicos. Lo vemos claramente en el caso de Venezuela.

Este criterio también es aplicable a la industria armamentística, en particular la que produce armas nucleares, la otra gran amenaza que se cierne sobre la humanidad. Esta industria como todas las otras, necesita crecer y para eso tiene que hacer promoción para vender más. La promoción en este caso es aún más nociva, nefasta, porque se basa en la continua tensión e inseguridad. Un mundo en paz y calma es absolutamente contrario a sus intereses. La amenaza permanente de guerras y conflictos en distintos lugares del mundo es el escenario perfecto para vender más armas. Los gobiernos de los países productores se ven presionados fuertemente por esta industria autorizando ventas a países con serios problemas de crímenes de lesa humanidad contraviniendo todas las normas y tratados internacionales incluido el Tratado de Comercio de Armas. El caso más emblemático es el de las ventas de armas a Arabia Saudita por parte de la mayoría de los países productores. Los derechos humanos y la seguridad de las personas quedan así supeditados a los intereses comerciales.

Con los gobiernos cooptados por intereses empresariales, que poco y nada pueden hacer para revertir este orden de cosas, es la sociedad civil la que está llamada a actuar generando la masa crítica necesaria para que, a través de acciones inteligentes, generar una fuerte presión sobre los gobiernos y congresistas para reconvertir esta industria que lleva a nuestra propia destrucción, por una industria sustentable al servicio de la vida. Es un proceso lento y difícil, pero indispensable. Las condiciones actuales son insostenibles. Se necesita con urgencia un cambio de rumbo.

Hay loables iniciativas de numerosas organizaciones de la sociedad civil que precisan sin duda ser más masivas para tener un impacto real sobre el curso de los acontecimientos. Cabe destacar la labor inconmensurable de Greenpeace sobre temas medioambientales, de Amnistía Internacional sobre los Derechos Humanos, de ICAN promoviendo la prohibición de las armas nucleares. Pero también de organizaciones que luchan por el término de las guerras y el armamentismo, a través de la desinversión en la industria de las armas como Pax Christi, de World beyond War, Stop War Coalition, Mundo sin guerras y sin Violencia, Veterans for Peace, International Peace Bureau y tantas otras por el término de las guerras. Felicito a los activistas de Greenpeace, de Codepink, del Movimiento por la protección de la Embajada de Venezuela en Washington por su valentía al defender la causa. Necesitamos miles de ellos.

Sin embargo, necesitamos unirnos más para generar más presión. La unión hace la fuerza. Tenemos que dejar atrás los egos organizacionales para generar un gran Movimiento Mundial reivindicativo por la defensa del planeta, del ser humano y su supervivencia. No podemos quedarnos inmovilizados por barreras idiomáticas, de distancia o nacionalismos mal entendidos. Somos todos iguales tras una misma causa, que es la redención de la humanidad para su supervivencia.

El Movimiento por un Mundo sin Guerras y Sin Violencia está organizando su Segunda Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que arrancará el 2 de Octubre de 2019 en Madrid para luego de circunvalar el planeta terminar en la misma ciudad el 8 de Marzo de 2020. Todos están llamados a participar de la forma en que quieran destacando la imperiosa necesidad de terminar con las armas nucleares, las guerras, la carrera armamentista, venta ilegal de armas, bases militares extranjeras, y en general con toda forma de violencia, armada, social, económica, religiosa, sexual, racial, etc.

Mayor información la pueden encontrar en www.theworldmarch.org

Así mismo en el futuro todos estamos llamados apoyar cada una de las actividades que las organizaciones que trabajan por estos temas realicen. Podemos ser uno para todos y todos para uno. Sólo de esa forma lograremos crear la masa crítica necesaria para producir verdaderos cambios en el destino humano.

El poder empresarial y el destino humano