Mayores

“El envejecimiento no es sinónimo de dolor ni de tristeza”: Ana, coordinadora del centro de día Mayores

Todos nos pasamos media vida pensando que somos demasiado jóvenes para hacer algo y la otra media lamentándonos por ser demasiado viejos. Pablo Picasso decía: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer alguna cosa, procuro hacerla en seguida.”
“El envejecimiento no es sinónimo de dolor ni de tristeza”: Ana, coordinadora del centro de día Mayores
Foto de Manos creado por rawpixel.com - www.freepik.es
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La realidad es que hay mucha parte de idea infundada en esta clase de autolimitaciones o barreras que imponemos a nuestros seres queridos. Normalmente las posibilidades de las personas desbordan con creces nuestras preconcepciones. Una idea que queda muy clara cuando charlas un rato con Ana, la coordinadora del centro de día Mayores.

Ana estudió Psicopedagogía y Educación Social. Actualmente dedica gran parte de su vida a trabajar en la procura de una mejor calidad de vida para un colectivo vulnerable de los más olvidados: los mayores. Es cierto que no está sola. Muy al contrario, solo hay algo que supere el orgullo por el equipo que la acompaña y es la satisfacción de trabajar con los usuarios a los que, en muchas ocasiones, les cambian la vida con cosas muy sencillas. El centro de día es un pequeño hogar, con una familia alternativa, donde todo y todos sonríen al llegar y salpican las paredes con la satisfacción del crecimiento común. Da gusto hablar con personas apasionadas por su trabajo y, mientras charlas con Ana, esta es la idea que más suena en tu cabeza: “Qué bonito, cuánto cariño, cuánta pasión.”

Envejecer es inevitable. Todos, con suerte, llegaremos a mayores o deberemos cuidar a un ser querido. Por eso es importante deshacernos de las viejas ideas llenas de polvo que guardamos acerca de las personas mayores y abrir las orejas para escuchar a los expertos.

¿Cuál es el objetivo de Mayores?

La gente desde fuera piensa: “Ah es un centro dedicado a personas mayores.” Realmente los centros de día, nuestro centro de día, están pensados para toda la unidad de convivencia, para toda la familia. Nosotros estamos pensados para dar calidad de vida a la familia. Se trata de ofrecerle a la persona que viene aquí mantener las capacidades el mayor tiempo posible, que mejore su calidad de vida, que establezca más relaciones sociales… Porque muchos de ellos en su casa tienen unos cuidados estupendos, pero les falta esa parte de relación social. De su casa llegan aquí y establecen vínculos afectivos, relacionales o sociales que no pueden tener en su domicilio.

Por otro lado, otro de los objetivos es el de dar soporte a las familias. Sobre todo el respiro familiar tan necesario de los cuidadores. Muchas veces también hacemos una función formativa e informativa. Hay un gran desconocimiento de las ayudas a las que tienen derecho. También prevenimos situaciones con enfermedades que se pueden complicar, podemos ser un puente entre la atención primaria y la familia.

Al final nuestro objetivo último es que la persona venga contenta y se vaya con una sonrisa. Porque si ella quiere venir, la familia se queda tranquila, sabe que está bien atendida y puede seguir con su vida.

¿Qué servicios ofrecéis?

Las áreas principales de trabajo son la cognitiva, física, funcional y relacional. Apoyamos en todas las actividades básicas de la vida diaria: baño, aseo, alimentación… A partir de ahí ya vas trabajando la estimulación cognitiva para preservar esa parte. Hay otra área que es la afectiva, nosotros queremos saber quién es la persona y cuál es su historia. Y por último, la parte funcional y física. Aquí trabajamos con fisioterapia y realizamos distintas terapias de rehabilitación funcional.

¿Qué percepción debemos cambiar todos acerca de nuestros mayores?

Todo. Asociamos el envejecimiento con pérdida y eso no es verdad. Una pérdida indica que hay una patología por detrás que se debe de tratar. La sociedad vincula el envejecimiento con tristeza, pérdida, enfermedad y no es verdad. Aquí por la mañana hay risas, a mediodía hay risas y por la tarde hay risas. Cualquier cosa que busques en cualquier otro adulto, la tiene una persona mayor. Esa sensación de estar apagado o triste tiene que ver más con una depresión no tratada o con una falta de relaciones sociales. El envejecimiento no es sinónimo de dolor ni de tristeza. Yo lo primero que percibo cuando llego aquí es alegría. No solo por parte del equipo, que es muy importante. Los usuarios que vienen te reciben con una sonrisa y tú a ellos.

Casi todos tenemos en nuestra familia o en nuestro contexto una persona mayor. ¿Qué nos recomendarías para procurar su felicidad?

Darle la mayor autonomía posible, escucharle y dejarle que elija lo que quiere hacer. Si que es cierto que esa elección puede ser: “Yo no quiero hacer nada, déjame en este sofá”. Entonces probablemente ahí detrás haya un problema que puede necesitar un apoyo profesional tanto de salud como psicosocial, como son los centros de día. No tenemos que hacer por él las cosas, por el hecho de ser una persona mayor. Hay que mantenerles activos y que sean lo más autosuficientes posible.

También hay que quitarse ese mito tan arraigado, el cargo de conciencia de que si va unas horas a un lugar, es porque lo estás abandonando. Al contrario. Es un lujo y un complemento a los cuidados y al afecto familiar. El centro de día es un apoyo para ti, un asesoramiento y una forma de mejorar su calidad de vida.

Se suele pensar que trabajar con personas mayores es triste… ¿es verdad?

Para nada. Yo soy psicopedagoga y estudié Educación Social y en un primer momento me dediqué a la infancia y acabé trabajando con mayores… Me divierto como una enana, aprendo un montón. Los niños son fabulosos, pero requieren una energía infinita. Cuando aprendes a trabajar con personas mayores, sobre todo con las demencias que son el principal motivo de mayores institucionalizados… Cuando tienes esa formación, tienes herramientas y sabes tratarlos… Todo lo que te llevas son cosas positivas. Aprendes muchísimo de la vida y no es para nada triste.

¿Crees que a la hora de cuidar a una persona mayor nos centramos demasiado en la salud física y desatendemos otras partes?

Sí, pero yo puedo entenderlo. Es verdad que llegados a cierta edad te consumen las citas médicas y se olvida esa parte social, pero es que realmente las familias tienen otras obligaciones. Muchos tienen hijos, nietos o todavía están en edad laboral. No tienes tiempo para todo y priorizas. Por eso las familias tienen que plantearse… Muchas veces llegan tarde a los centros. Ya es cuando la situación les ha desbordado de tal manera y la intervención que hacemos, por desgracia llega tarde. Cuesta dar el paso y hay que tener en cuenta el desembolso económico, pero para eso hay que conocer qué recursos tienen.

Con suerte todos nosotros llegaremos también a ser personas mayores. ¿Qué podríamos hacer para llegar mejor?

Cuidarnos y cuidar nuestra salud mental. Una persona alegre seguro que va a tener un sistema inmune fuerte. Si eres positivo ya vas a moverte por ti mismo, vas a tener ganas de hacer cosas, vas a tener ganas de aprender… Tener una vida saludable obviamente, pero cuidar también nuestra salud emocional y mental que la estamos olvidando un poco.

Por otra parte, hay cosas que se pueden hacer. Por ejemplo preparar un testamento vital. Nadie piensa que uno va a tener una enfermedad grave, pero puede estar bien dejarlo hecho. Por otro lado, hablar con la familia y expresar qué tipos de cuidados voy a querer.

“El envejecimiento no es sinónimo de dolor ni de tristeza”: Ana, coordinadora del centro de día Mayores