Sincretismo

Al margen de cuestiones de fe, que determinan el valor que cada persona da a las creencias religiosas propias y ajenas, lo que es innegable es que el entorno cultural y social en el cual se produce un fenómeno religioso siempre influye cuando no genera ese fenómeno.

Sincretismo
Sincretismo

Este factor es tan importante, que en ocasiones la sola inexistencia de un grupo social o clan que soporte una experiencia religiosa hace dudar de que sea real. Así ocurrió con el fenómeno que representó en los años sesenta la literatura de Carlos Castañeda donde se reflejaban las experiencias que Castañeda tuvo con Don Juan; un brujo poderoso con experiencias impactantes que aparentemente carecían de un entorno que justificase la existencia de esa figura. Un brujo sin comunidad a la que atender es al menos a nivel antropológico discutible. También es interesante acercarse para entender este fenómeno del papel social del brujo -o chamán – a la obra del antropólogo Jacobo Grinberg, que no se acercó a esta experiencia religiosa solo a nivel teórico sino que se sumergió de modo personal en ese conocimiento de la mano de Pachita, psíquica y sanadora emblemática de México, cuya figura requeriría mucho espacio para exponer. La figura de Grinberg completó su aura misteriosa desapareciendo el 8 de Diciembre de 1994, pocos días antes de su 48 cumpleaños.

Esta exposición inicial viene a caso para situarnos en la necesidad de un entorno social para dar cuerpo al fenómeno espiritual o religioso; y así, cuando las circunstancias se vuelven adversas para unas creencias o el contacto con otras lo genera, se produce un fenómeno sincrético. ¿Qué es el sincretismo? Es la hibridación o amalgama de dos o más tradiciones culturales Y eso es lo que podemos ver por ejemplo en todos los cultos de origen africano que se enraizaron con diferentes nombres y particularidades a lo largo de América.

Los esclavos que llegaban a América y a la que sesudos imbéciles negaban la condición de humanos, trajo una inmensa marea de personas arrancadas de raíz de su entorno sin posibilidades de llevarse más que su identidad, su lengua y sus creencias. Pocos -si alguno pudo- llegaron a traer sus elementos de culto. La región que hoy ocupa Nigeria aportó muchos esclavos provenientes de la cultura Yoruba y a pesar de la presión evangelizadora, no era fácil cambiar la visión del mundo y de la espiritualidad de aquella gente orgullosa de ser lo que eran. Entre los arrastrados por la esclavitud, también vinieron sus sacerdotes, con lo cual el conocimiento de la tradición y la linea de autoridad podía seguirse. Pero no sería fácil en aquel momento exponer las formas externas del culto. Los “Santos” de los Yorubas, se encarnaban en elementos de la naturaleza; piedras básicamente y desde luego no se exhiben esos elementos sagrados y además había que esconderlos de los amos. Así surgió la tradición de guardar esos santos en soperas. He visto hermosísimos altares de estas soperas decoradas y engalanadas con los colores y atributos del santo que contienen. Pero los esclavos fueron distribuidos por diferentes lugares de América y los cultos se fueron particularizando. Así en Cuba se genera la Santería, En Haití el Vudú, si bien étnicamente tiene otras particularidades, en el Caribe algunas formas de Santería más simples y hacia Brasil Umbanda, Makumba, Maracatú, Candomble y muchas ramas de estas según el énfasis que dan a unos u otros aspectos de la fe e incluso a la aceptación o no de un lado oscuro en el culto.

Conservando de generación en generación sus tradiciones espirituales, el encuentro con los santos católicos produjo ese sincretismo tan particular de las religiones afroamericanas. Veamos algunos ejemplos: Santa Bárbara, representa la Justicia, se le invoca para protección del rayo, patrona de armerías, pudo ser identificada con Changó aunque este sea un santo masculino, debido a la similitud de atributos y cualidades. Es entonces cuando en el imaginario popular se hace necesario manejar los dos lenguajes cuando se habla de alguno de estos “Orishas” (Nombre de los Dioses del Panteón Yoruba). Algunos -la mayoría quizás- tienen sincretismos con más de un santo católico, pero generalmente alguno destaca especialmente. Veamos algunos ejemplos:

  • Eleggua: Santo Niño de Atocha
  • Oshun: Virgen de la Caridad Del Cobre
  • Changó: Santa Bárbara
  • Yemayá: Virgen de Regla
  • Babalú-Ayé: San Lázaro
  • Obatalá: Virgen de Las Mercedes
  • Orula: San Francisco de Asís

Y también manifestaciones de los Poderes Mayores de Dios.

  • Olodumare: El Gran Poder de Dios
  • Olofin: Jesucristo
  • Olorun: El Espíritu Santo

Aún está por escribirse un buen tratado sobre el proceso de elaboración de este panteón que corresponde a la Santería cubana pero es muy similar al de otras corrientes afrocubanas sincréticas.

Este sincretismo no ha cesado de producirse y se ha mezclado con cultos que se han generado como fenómenos religiosos propios de América como es el caso del Culto a María Lionza en Venezuela. Los seguidores más ortodoxos de las corrientes afroamericanas generalmente no ven con buenos ojos esta inclusión de nuevas deidades pero al no existir jerarquías rígidas que determinen la pureza del culto el fenómeno popular se impone y desde mi punto de vista se enriquece. El culto de Maria Lionza, es un exponente de una fe nacionalista e integradora de los distintos aportes que componen la nación. María Lionza, una mujer blanca, flanqueada por el Negro Felipe, esclavo traído a Venezuela alrededor de 1550 y el Cacique Guaicaipuro, indio que combatió con furia por su pueblo. Sería largo y complicado para un espacio como este detallar la inmensa cantidad de personajes que se han ido sumando ya no a la tradición espiritual afroamericana, sino a ese espectro más amplio de los sincretismos entre el catolicismo y los héroes populares de los pueblos, ascendidos por la fe popular y las leyendas al panteón de los dioses y santos creados por el pueblo.

Por último detallar que la música latina es impensable sin la aportación de los tambores religiosos de los Yorubas esos Batas, dieron paso a los timbales, tumbadoras y bongós que estructuran ritmos como la Salsa, el Guaguancó, el Son, etc. Y como tributo grandes músicos latinos han dedicado canciones a esas deidades sincretizadas. Entre ellos Héctor Lavoe, Celia Cruz, Oscar de León, Richie Ray y para quién quiera conocer lo más auténtico en música de santería tienen los viejos discos de “Celina y Reutilio”.

Hay muchos libros que tratan estos temas desde una perspectiva antropológica. Pero siempre recomiendo aproximaciones que no excluyan la experiencia personal. No solo en este tema. Cualquier tema visto desde dentro y fuera, nos dará una mejor visión. Sobre esto, tuve la fortuna de leer ya hace muchos años el libro “El Monte” de la Profesora Lidia Cabrera. Una tesis universitaria sobre la Santería con un apéndice sobre el uso de las hierbas en el culto realmente insuperable para mí.