Sedación en Odontología
En Medicina existen multitud de técnicas diferentes para paliar el malestar psíquico y físico que supone la realización de distintos procedimientos tanto diagnósticos como terapéuticos. El área que concierne la Odontología se beneficia de estas técnicas que van desde la sofronización hasta la anestesia general, pasando por la anestesia local o la sedación, entre otras. Hoy en día es posible recibir un tratamiento dental sin nerviosismo, estrés, ni ansiedad, sin percepción de molestias e incluso “sin recordar” dicho procedimiento.
En Odontología se recomienda o indica el uso de este tipo de alternativas siempre que se justifique, el paciente presente problemas derivados de su miedo o ansiedad al dentista, y así lo solicite, además de en pacientes con ciertas discapacidades o alteraciones neurológicas. Con ello se favorece la realización de intervenciones que pudieran generar mayor estrés (por ejemplo: colocación de implantes dentales, extracciones complejas, cirugía oral en general, etc.), así como la programación de sesiones únicas de mayor duración a fin de evitar tener que acudir varias veces al dentista.
Todo ello, por supuesto, siempre previa evaluación del paciente candidato, diagnóstico del mismo, elaboración de historia médica general y completa, estudio personalizado de cada caso clínico concreto y elaboración de un plan de tratamiento que lo haga justificable.
Los tipos de sedación más utilizados en la clínica dental son la sedación consciente y la sedación inconsciente o profunda.
1) SEDACIÓN CONSCIENTE:
Como su nombre indica el paciente en ningún momento pierde el conocimiento ni se produce una alteración de su percepción sensorial de un modo comparable al de una anestesia general. La sedación consciente es un método usado para lograr un estado general de relajación y tranquilidad, o semiconsciencia, siempre controlado por profesionales experimentados y con la formación oficial y especializada para esta técnica (un odontólogo o un anestesista según el tipo y vía de sedación).
Para ello existen diferentes fármacos que según su vía de administración pueden dividirse en sedantes de :
- Vía oral: es decir, a través de comprimidos. Consiguen reducir la ansiedad de muchos pacientes, adultos y niños. Debido al tipo de vía de administración, su indicación es simple aunque su acción es más lenta, por lo que generalmente hay que administrarlos un tiempo antes de entrar en la consulta.
- Vía inhalatoria: mediante la colocación de una mascarilla en la nariz por la cual el paciente va respirando con normalidad, se le suministra de manera constante oxígeno combinado con un gas (normalmente óxido nitroso) suministrándole de manera constante la dosis que necesitemos. Permite obtener en pocos minutos un efecto rápido, desapareciendo los efectos de igual manera al suspender la administración del medicamento y retirar la mascarilla. Esta técnica puede ser realizada por un odontólogo debidamente cualificado y se considera la técnica más segura para ser realizada en el gabinete dental.
2) SEDACIÓN INCONSCIENTE O PROFUNDA
En este tipo de sedación el paciente permanece inconsciente y sumido en un sueño profundo. Esta sedación también se obtiene mediante la inoculación intravenosa de medicamentos hipnóticos e inductores del sueño. Sin embargo no se trata de una anestesia general por lo que carece de sus posibles riesgos y efectos colaterales. Esta técnica no es realizada por el odontólogo sino por un médico anestesista que permanece en el gabinete dental controlando y monitorizando al paciente durante toda la intervención.
Muchas personas confunden esta técnica con la anestesia general, pero existen matices muy diferentes. Resulta menos invasiva, su tiempo de recuperación es mucho más corto dado que el paciente puede levantarse e irse por su propio pie en pocos minutos después de la intervención, siendo por tanto mucho más segura, además de ser una técnica más económica. Se recomienda en pacientes con un alto grado de fobia dental, o en aquellos que desean realizar varias intervenciones en una sola sesión más prolongada, pacientes con problemas de comunicación o alteraciones cognitivas que dificultan la realización del tratamiento odontológico, espasmos musculares, alteraciones neurológicas, parálisis, etc.
Además este tipo de anestesia produce un cierto “efecto amnésico” por lo que normalmente el paciente tras la intervención carece del recuerdo de la misma lo cual es positivo en personas aprehensivas o con miedo al dentista, evitando el disconfort o rechazo por acudir a realizarse un tratamiento dental. Otra ventaja es que al no tratarse de una anestesia general como tal, no requiere de sala de reanimación o despertar, y al terminar el paciente se encuentra como recién despierto de un sueño reparador.
Ante cualquier duda o inquietud al respecto, consúltenos acerca de este servicio que ofrecemos en nuestra propia consulta.