Una imagen vale más que mil palabras
Ya lo dice el refranero popular. Más vale una imagen que mil palabras… ¿o no?
Pues a veces no.
Cuando hablamos del dolor esto no siempre se cumple. Cuando acudimos al médico porque nos duele algo, se sigue un protocolo para que el acto médico sea proporcionado. Por aquello de no matar moscas a cañonazos.
Una de las herramientas del médico para encontrar el origen del dolor son las pruebas de imagen: radiografía, resonancia, TAC, ecografía… cada una con sus características propias de qué se puede ver.
Y llega el resultado de la prueba. Una hernia, un tendón roto o degenerado, un desgaste del cartílago… ya tenemos diagnóstico. Ya tenemos la imagen. Pero, ¿tenemos las mil palabras? ¿Cuánto tiempo ha tenido el médico para escuchar al paciente y qué tratamiento, además del farmacológico, se ha realizado antes de hacer esa prueba de imagen?
La pruebas de imagen dan una información, es una foto del momento de cómo se encuentran los tejidos, pero el dolor no siempre guarda relación con el estado de los mismos. La percepción del dolor es algo más complejo que un tendón roto o una articulación gastada. ¡Vamos a poner unos ejemplos!
¿Sabias que una persona a la que le amputan un miembro puede seguir sintiéndolo como si lo siguiera teniendo o sentir dolor en el mismo? Se llama “miembro fantasma” y es bastante común. Esto sucede porque es el cerebro el que procesa la información de la sensibilidad y el dolor; y llegado el momento, interpreta que hay dolor o una sensación aunque ese miembro ya no esté.
¿Sabías que puedes tener una hernia, un tendón roto o artrosis y no tener dolor? Es común y lógico que con el paso de los años las estructuras del cuerpo se vayan gastando y aparezca desgaste en las articulaciones. O la rotura de algún tendón, el más habitual del hombro el supraespinoso, por ejemplo. ¿Podemos hacer vida normal con este tendón roto? La respuesta es que sí. Hay otra musculatura que suple su función y podemos hacer vida normal sin dolor.
¿Y las hernias? Pues más de lo mismo, se ha visto en estudios que mucha de la población tiene hernias y no presentan síntomas, y que tiempo después el cuerpo las reabsorbe por sí solo, sin ningún tipo de intervención.
Y todo eso sucede porque la percepción del dolor es compleja. Tanto, que hay factores como la salud mental (depresión, ansiedad, estrés, etc.) que la condicionan. Por todo ello, las pruebas de imagen y la intervención de fármacos y cirugía se quedan cortas en el abordaje de estos problemas.
Siempre debe haber antes un abordaje desde la fisioterapia y el ejercicio, y si esto no da resultado, siempre queda la intervención quirúrgica.
La percepción del dolor es compleja y cada persona y su situación personal es un caso único. Y como tal debemos intentar abordarlo.