Okupación

Lo que los okupas nos han regalado

La actualidad coruñesa parece atravesada por el término “okupación”. Las búsquedas en google, los titulares de los medios y los comentarios de los vecinos en las esquinas giran alrededor de ella.
Lo que los okupas nos han regalado
AInsumisa
AInsumisa

Sin embargo, en muchas ocasiones este término resulta confuso y se utiliza solo relacionado con conceptos próximos a la delincuencia, la marginalidad, la violencia y la pobreza. Es un buen momento, por lo tanto, para recordar todo lo que el Movimiento Okupa le ha regalado a A Coruña a lo largo de sus más de dos décadas de existencia. 

Meca de la cultura alternativa 

Todo empezó en los años noventa. Aunque el movimiento okupa había llegado a España una década antes, A Coruña tardaría un poco más en recibir los aires frescos de un movimiento reivindicativo que se había instalado plenamente en Madrid, Barcelona y Bilbao. En realidad el colectivo había nacido en Reino Unido donde los jóvenes desencantados con el sistema habían decidido liberar espacios abandonados para darles nueva vida y experimentar en la creación de comunidades alternativas.

El Movimiento Okupa nace así con un claro espíritu antisistema. Sus denuncias se dirigen hacia la injusticia que genera el modelo de mercado capitalista, la absoluta falta de participación ciudadana en la democracia liberal, las amenazas que suponía una globalización que olvidaba lo micro… En suma, los okupas habían llegado para reivindicar una sociedad autogestionada, participativa, asamblearia, cooperativa y donde las personas estuviesen en el centro y no fuesen solo las fichas de un tablero en el que se debatían los distintos poderes oligárquicos.

Este terremoto de heterodoxia sacudió a la juventud española que permanecía asediada por problemas acuciantes como el paro o la incapacidad de independizarse y comenzar una vida autónoma. Muchos estaban decepcionados con la manera en la que la democracia se había instalado en nuestro país, hartos de una politización partidista que olvidaba a los ciudadanos y se empeñaba en luchas estériles adornadas por banderas que ya no les representaban.

En 1993 nace el primer centro social okupado en A Coruña. El colectivo Bategada dio el pistoletazo de salida del Movimiento Okupa en la urbe. En realidad, el grupo okupó La Torre Bescansa en Oleiros que llevaba casi 20 años abandonada. Convirtieron el espacio en un lugar de encuentro para jóvenes alternativos de todo el país y colocaron a nuestra ciudad en el mapa del Crust Punk. 

A Coruña siempre ha podido hacer gala de cobijar en su interior creativas pulsiones contraculturales, normalmente atravesadas por el arte. La música Punk en particular fue el foco de las primeras okupaciones en la zona. Después de los 10 años de conciertos y encuentros nacionales e internacionales que protagonizó el CSO A Casa da Ría, les tocó el turno a Las Ruinas y La Cúpula del Trueno. Estos dos continuaron con el legado de la primera, sirviendo como enclave favorito para grupos underground de cualquier lugar del mundo. 

Autogestión y apoyo vecinal 

Hasta el 2008 los CSO de la zona permanecían en las afueras de la ciudad. Sin embargo, durante este año nació el colectivo A Cultura Preokupa. Este grupo quería okupar un bajo abandonado para crear un centro social y cultural. Eligieron el barrio de Monte Alto y comenzó la historia del CSO A Casa das Atochas

As Atochas cambiaría el rumbo de la historia del Movimiento Okupa en A Coruña. Plenamente integrados en el barrio, se hicieron conocidos por los vecinos de la urbe por sus talleres, charlas, exposiciones y conciertos abiertos a todo el mundo. Los participantes pintaron montealto y A Coruña con las notas de color del empoderamiento vecinal. No solo convirtieron la ciudad en la meca del Crust Punk español sino que también sirvieron como herramienta para dar voz a muchos y como refugio de las ideas que pretendían cambiar el mundo. Comedores solidarios y pacifistas, ideas creativas para combatir la crisis, arte alternativo… Todo cabía en este CSO que los vecinos defendieron incluso cuando se lo arrebataron incluso a aquellos que lo habían levantado.

Los activistas okupas no se rindieron después del desalojo. Sabían que no podían dejar A Coruña sin su dosis de heterodoxia, sin su oferta contracultural. La siguiente cuna del movimiento fue el CSO Palavea. Un antiguo convento fue okupado en 2011 y duró 3 años con su plena actividad alternativa. Las movilizaciones, no obstante, no pudieron evitar su desalojo en marzo de 2014.

Insumisión y abandono

15 años llevaba abandonada la Comandancia de A Coruña cuando en 2016 se convirtió en el núcleo de la contracultura coruñesa. El CSO A Insumisa abrió sus puertas y su asamblea a toda la ciudad. Se convirtió seguramente en el CSO más participativo de la historia de la urbe. Sería difícil enumerar la multitud de servicios que A Insumisa ofrecía a la ciudadanía coruñesa: Gimnasio, skate park, huerto, conciertos, recitales, comedor, talleres de todo tipo, charlas, exposiciones… Las insumisas llenaron de vida alternativa nuestras calles y por eso su fin fue tan sangrante. 

Los desacuerdos entre Marea Atlántica y la asamblea de La Insumisa, culminaron con el definitivo desalojo del CSO. Se trató de un episodio brutal donde los activistas sufrieron una violencia inaudita que ni siquiera ellos podían creer. Todavía hoy cargan con las consecuencias de este capítulo. 

A Coruña hoy está huérfana de cultura alternativa. Los vecinos y vecinas han perdido la posibilidad de construir mano a mano con los activistas un hogar que sea refugio para la heterodoxia y la subversión. La pérdida no es cualquier cosa pues con ella ha desaparecido también el poder dinamizador y combativo que los CSO significan. Porque,  aunque algunos no lo crean, esta clase de lugares sirven como conductores de las necesidades de la ciudadanía, como baluarte defensivo de sus derechos y como herramienta de expresión para muchas injusticias. 

Lo que los okupas nos han regalado