Acampa pola paz e o dereito a refuxio

“Yo creo en la gente común”: Carlos Taibo

¿Y si el crecimiento económico no fuese una bendición ni implicase progreso y bienestar social? Esa es la pregunta que se hace mucha gente antes de acercarse a Carlos Taibo o después de escucharle. Este escritor, politólogo y profesor universitario forma parte de las voces más profundamente disidentes de nuestro país.

“Yo creo en la gente común”: Carlos Taibo
Carlos Taibo, entrevistado por A. Garci
Carlos Taibo, entrevistado por A. Garci

Muchas veces los diagnósticos políticos, económicos y sociales se quedan en la superficie de los problemas coyunturales del momento. Actuamos ante los síntomas de determinadas crisis, pero quizás habría que bucear hacia el origen para poder contemplar la magnitud de los problemas sistémicos que nuestro mundo sufre a día de hoy. Sin duda las conclusiones de ese análisis pueden diferir y las propuestas de solución también. El profesor Taibo es uno de esos exploradores dispuestos a hablar de sistema y no de coyuntura. Su conclusión es clara: Hay que decrecer. El crecimiento económico para el escritor es un caballo desbocado que cocea a cualquiera que se interponga en su camino. Una perspectiva a la que prestar oído y atención nunca está de más.

Hace un tiempo, en una entrevista, usted hablaba de que se consideraba un libertario decrecentista y no un decrecentista libertario ¿qué quería decir con ello?

Lo que quiero subrayar es que el decrecimiento para mí, no es una teoría ni una ideología.: Es una perspectiva. Es una cosa más humilde que conviene agregar a otras entidades que tienen más fuerza, más poder. En ese sentido yo soy un libertario. El meollo de mi concepción del mundo lo revelan las reglas maestras del pensamiento libertario: la autogestión, el apoyo mutuo, la acción directa y la democracia también directa. Lo que sostengo es que a eso hay que agregarle una perspectiva decrecentista que parta de los severísimos problemas que tenemos en materia ecológica. A mi entender, cualquier contestación del capitalismo en el siglo XXI tiene que ser decrecentista, autogestionaria, antipatriarcal e internacionalista. Si le falta alguno de estos pilares, me temo que estará moviendo el carro del sistema que pretende contestar.

¿Podría explicarnos esta perspectiva decrecentista de manera sencilla?

Todo el mundo lleva en la cabeza fibras sensibles que, convenientemente estimuladas, conducen a la perspectiva del decrecimiento. Si vivimos en un planeta con recursos limitados, no parece que tenga mucho sentido que aspiremos a seguir creciendo ilimitadamente. Tanto más cuanto que sobran los motivos para concluir que hemos dejado muy atrás las posibilidades medioambientales y de recursos que el planeta nos ofrece.

La huella ecológica de España hoy es de 3.0. Esto significa que para mantener las actividades económicas hoy existentes en el estado español necesitaríamos tres veces nuestro territorio. ¿Cómo se malresuelve este problema? A través de una presión inaudita ejercida sobre los derechos de los integrantes de las generaciones venideras, sobre los derechos de muchos de los habitantes del sur y sobre los derechos de los miembros de las demás especies. La perspectiva del decrecimiento nos dice que en el norte rico inexorablemente tenemos que reducir los niveles de producción y de consumo, pero reclama también la introducción de principios y valores muy distintos de los que hoy aplicamos.

Tenemos, por ejemplo, que recuperar la vida social que hemos ido dilapidando obsesionadas como estamos por la producción, el consumo, la competitividad… Tenemos que apostar por el ocio creativo. Tenemos que repartir el trabajo. Tenemos que reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras que empleamos. Tenemos que recuperar la vida local en un escenario de reaparición de fórmulas de democracia directa y de autogestión. En el terreno individual tenemos que apostar por la sobriedad y la sencillez voluntarias.

¿Es inminente el colapso?

Bueno, esa pregunta reclamaría una antes una consideración precisa de qué entendemos por colapso y habría versiones muy distintas. De tal suerte que alguna justificaría que dijésemos que ya estamos en el colapso y otras sugerirían que aún queda tiempo. En la percepción de las personas que a mí me parece que han estudiado seriamente el fenómeno, el colapso no es para dentro de 100 o 150 años. El periodo crítico al que debemos prestar atención es el que separa el momento en el que estamos del año 2050. Creo que es un diagnóstico que merece ser atendido, aunque yo suelo ser prudente en estas materias. Me limito a decir que el colapso es probable o que cada vez es más probable.

¿Cómo llegará el colapso?

Aquí hay una discusión sobre si el colapso es fundamentalmente un proceso o un momento. La lógica más elemental sugiere que es un proceso. Si estamos hablando del cambio climático, sabemos que una de sus consecuencias es la subida paulatina de la temperatura media del planeta. Lo paulatino es por definición procesual. Si nos estamos refiriendo al agotamiento del petróleo, de nuevo sabemos que es paulatino… Pero la lógica del capitalismo contemporáneo es la del estallido de las burbujas especulativas, financieras o inmobiliarias. Con lo cual no hay que descartar que se produzca un momento en virtud del cual se verifique un hundimiento general del sistema.

¿Qué está fallando en la democracia actual en España?

Yo, por decirlo de manera rotunda, no creo en la democracia liberal… Es una muy inteligente farsa dirigida a preservar atávicas desigualdades que separan a unas capas y otras de la población. Con el agregado de que por detrás hay formidables corporaciones económico financieras que son las que dictan las reglas de juego en las cuestiones importantes. Con la consideración de que, en fin, cuando las cosas vienen mal dadas esa forma de pseudodemocracia no duda en hacer uso de la fuerza mediante la represión que conocemos en las calles o mediante golpes de estado asestados en países del sur que tienen la mala fortuna de disponer de materias primas golosas. En ese sentido yo soy un libertario, creo en la democracia directa y en la autogestión y recelo de cualquier procedimiento de delegación del poder en provecho de instituciones que no son independientes.

Para poder articular esa democracia directa ¿debemos incidir en lo local?

Claro, no tiene sentido imaginar fórmulas de democracia directa si no hay una descentralización efectiva del poder, si el ámbito de ejercicio de nuestra democracia no es mucho más reducido.

Hablar de colapso parece hablar de un panorama muy pesimista, pero ¿Hay motivos para la esperanza?

El colapso es un proceso muy delicado. Aunque tiene consecuencias muy saludables en materia de desjerarquización, de ruralización y de ganancias en autonomía local… Es un proceso muy delicado que se va a traducir en la interrupción de un sin fin de relaciones y en problemas ingentes que van a caer sobre la gente de manera salvaje. Yo creo que no nos queda más remedio que lidiar con esto y llamar la atención sobre la búsqueda de alternativas. Lo que digo es una mezcla de pesimismo y optimismo. Yo creo que la aparición de alternativas en clave de movimientos por la transición ecosocial tiene más que ver con el momento posterior al colapso. Lo que podemos hacer hoy es muy limitado y estamos perdiendo la batalla, pero el estallido que provocará el colapso va a abrir un escenario alternativo que parece concluir que algo bueno va a salir de ahí.

Así que podremos reconstruir un mundo mejor...

Yo pienso que la mayoría de las sociedades humanas desde tiempo inmemorial han funcionado de forma espontánea con códigos de autogestión y apoyo mutuo. Lo que estaríamos provocando es la reaparición de algo que estaba ahí arrinconado, pero que no ha acabado de morir del todo. No estamos por completo muertos. Los grupos de apoyo mutuo que aparecieron en el inicio del confinamiento, las más de las veces, fueron creados por gente común, no por activistas hiperconscientes de movimientos sociales críticos. Yo tengo que creer en eso. Creo que la gente común tiene muchos más fundamentos, pese a todo, de lo que pueda parecer. Yo creo en esa gente común. Aunque ciertamente creo más en la gente común de los países del sur que en la del norte que está mucho más machacada por el consumo.

A continuación ponemos el vídeo el encuentro "Pobos indíxenas, a loita pola vida; colapso" de Carlos Taibo con Luana Kaingang, moderado por Isabel Bravo, en la quinta edición de Acampa pola Paz e o dereito a refuxio.

“Yo creo en la gente común”: Carlos Taibo