Que viene el coco y te comerá

¿Te acuerdas de la película “El Show de Truman”? Un hombre descubre a los 30 años que toda su vida ha sido una auténtica farsa.
El coco
El coco

Actores y actrices sin escrúpulos se hacen pasar por su familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo... Todos ellos personajes histriónicos que van modificando su conducta para hacer reaccionar al protagonista de diferentes maneras según lo ordenado por Christof, el orgulloso creador de tal atrocidad; y todo ello retransmitido por las principales cadenas del país, desde el mismo día de su nacimiento. 

El método que utiliza el programa para que a Truman no se le pase por la cabeza salir de aquella burbuja construida para su explotación es tan cruel como eficaz... Desde el principio, le hacen pasar por lo que para él son auténticas calamidades, anclando su mente a recuerdos traumáticos asociados a todo tipo de fobias y miedos que lo obligan a permanecer entre aquellas gentes, dentro de un supuesto cordón de seguridad donde aparentemente nada ni nadie puede perjudicarlo. ¿Te resulta familiar? 

Nada más nacer, nos cantan canciones que dicen que si no te duermes vendrá un tal coco y te comerá. Eso sí, con voz dulce y melodía pegajosa para que no se te olvide en la vida! Nos cuentan cuentos llenos de violencia y horror que hablan de la obediencia y la sumisión como norma natural. Historias de princesas que solo encuentran a sus príncipes después de haber vivido mil y una desdichas. Príncipes que no pueden llorar o mostrar debilidad si quieren mantener su trono. Nos criamos rodeados de avisos, advertencias, ten cuidado, te vas a hacer daño, vas caír, no te sueltes de mi mano, velahí ven o home do saco, no te toques o te quedarás ciego, iso non que é pecado, carbón en lugar de regalos, al infierno por ser malo, el cielo prometido a base de sacrificios inhumanos. 

En la adolescencia, nos cargan de culpas, de represión, nos hacen avergonzarnos de nuestro cuerpo, nos niegan el derecho a una sexualidad plena y saludable regando nuestros impulsos con la tormenta de enfermedades y embarazos no deseados. En lugar de decirnos cómo, nos dicen NO. Nos obligan a escondernos para amarnos pero podemos presumir de habernos dado de bofetadas en público con el último que nos llevó la contraria. Mientras que ir a la guerra nos honra, hacer el amor es una deshonra. ¿Qué clase de locura es esta? 

Llegamos a la edad adulta con una carga de temores tan pesada como inútil y nos hacemos a la idea de que vivimos en una sociedad de “bienestar”, sin pensar que todo esto no es más que otro Show de Truman sin televisar donde los creadores son a la vez protagonistas alimentados por el miedo y atormentados por culpas infundadas. Hemos sido programados para temer, para no atrevernos, para quedarnos dentro del show por si…, por miedo a…, por el qué dirán, porque es lo que hay. 

Pero dime, ¿conoces a alguien que haya nacido con miedo? Somos valientes por naturaleza pero nos limitamos unos a otros con la mochila de la crianza cargada de alarmas. Puede que algunos lo hagan por algún tipo de interés oscuro pero la mayoría de nosotros lo hacemos por mera tradición. Resulta estúpido, ¿no? 

Imaginemos por un momento que nuestro mundo estuviese poblado de personas sin esos miedos provocados por la ignorancia de quien pensaba hacer lo correcto coartando nuestra libertad de pensar, decidir, sentir, sufrir si es necesario pero al fin y al cabo, VIVIR. Imaginemos que esas personas construyen una sociedad de Sulleys sin miedo a amar, de Boos sin miedo a nada, Quijanos y Sanchos cuerdos, una Dulcinea real a quien poder abrazar, un Truman colmado de libertad... Gente que no necesita temer y tampoco atemorizar. 

Hermoso, ¿verdad? ¿A qué esperamos? 

#estamosatempo