En el medio está la verdad

Recuerdo, cuando a principios de los 60 llegué a mi querido barrio de Los Mallos, abundaban las pequeñas casitas con algo de plantación, animales pastando, y sobre todo, lo que más me llamó la atención, fueron los niños correteando felices. 

No había suficientes puestos escolares, y yo, que venía de prepararme en Burgos, en el Seminario de Misiones Extranjeras, vi aquí mi trabajo, y en  un localito de la Calle S. Luis, comencé lo que sería el colegio  Atenea (supongo que por mis estudios de latín y griego). 

El Atenea, pasó a ser Colegio Los Mallos, que a finales de los 90 terminó su función, pues la inspección de enseñanza, que nos ayudó muchísimo, estimó que ya había suficientes plazas bien dotadas y colocó en ellas a alumnado y profesorado.  

Cerca de 1.500 niños y niñas a lo largo de todos estos años hicieron su preescolar, primaria y E.G.B. y ha sido una estupenda generación.

Un de ellos,  que ahora es un importantísimo profesor,  no sólo en España sino fuera de ella, me contaba que en sus conferencias suele decir: Yo me formé de chico, en un colegio,  que su alta tecnología eran: “unos bancos largos de madera, un encerado negro y una tiza blanca”.

Y diréis vosotros, ¿y a qué nos cuenta esto? ¿Estará chocheando? 

Lo cuento porque me está preocupando muchísimo la formación que se está dando a los niños y adolescentes. Su memoria es el profesor Google, su pandilla es D. Whatsapp. A los 15 años tienen ya problemas como  antes a los 18, etc., etc. 

Entonces ¿es mejor no progresar? De ninguna manera, el progreso es beneficioso, es un bien que necesitamos, pero sin dejar de mirar los enormes valores del pasado. 

Usar la tecnología, pero que la tecnología no sustituya nuestra mente, no sea nuestro cerebro, nuestra memoria, nuestra confianza. 

Decía el otro día un profesor universitario, que cada vez se leen menos libros en la universidad. 

Tenemos a la puerta la inteligencia artificial, la velocidad que se está imprimiendo en el desarrollo tecnológico es escalofriante y me temo que imparable.

 Es necesario que alguien piense en el desarrollo de la humanidad, como ser humano, en los valores de: respeto, compasión, empatía, dignidad, sinceridad, voluntad, agradecimiento, bondad, etc., etc.

Sinceramente pienso que estos valores se están depreciando al mismo tiempo que crece el furor tecnológico. Tenemos que nivelar las tendencias.

 “En el medio está la verdad, los extremos son peligrosos”.