Una sociedad que no está unida, donde prevalece el insulto y la descalificación, está abocada al fracaso

En el último número de nuestro querido periódico del barrio, hacía un breve resumen de mi paso por el barrio, estos últimos 60 años.

Olvidé pedir perdón, pues parece que mi única motivación era el lucro personal y la realidad es que soy una persona: vaga, abandonada, y egoísta.

No se me ocurre negarles el derecho a opinar, no faltaba más, pero me invade una enorme pena, no por mí, yo sé, cómo y porqué, ayudé a hacer lo que relataba en el articulito de marras.

Lo que me apena es: ¿Por qué tanta gente disfruta manchando el nombre de los demás?  Cierto, es algo generalizado, lo vemos en los políticos, en vez de aunar fuerzas, las gastan en insultarse y así nos va. 

Es verdad, que muchos de ellos lo hacen para tener poder y dinero, pero nosotros, los vecinos, que compartimos la vida en un mismo lugar, que tenemos, más o menos, los mismos problemas en nuestra convivencia ¿qué ganamos con despellejar, precisamente, a los que hacen cosas por su entorno?

Pensareis algunos: ¿Quién se piensa este bisabuelete que es? ¿Con qué derecho se pone a dar consejos? En principio con el mismo derecho que tiene todo ciudadano a dar su opinión y, sobre todo, porque quiero a mi barrio, conozco su potencial, y no puedo permanecer impasible ante esta creciente ola de negatividad, sólo se habla de lo malo, y si alguien se atreve a ser positivo…

Viene la Navidad, unas fiestas de amor y paz, yo, mis queridos vecinos, le pediré a los Reyes Magos que en Los Mallos, el espíritu navideño se extienda al resto del año que va a empezar. FELICES FIESTAS Y AÑO NUEVO.