Libros

José Carlos Ríos Camacho: Del aula a las galaxias, su incursión literaria en "Diario de un soldado de asalto al servicio del Imperio"

Hablamos con el polifacético José Carlos Ríos Camacho, profesor de Secundaria, doctor en Historia Medieval y autor de obras literarias como "Ciervos y Serpientes" y "La Trenza Dorada". En esta entrevista, nos desvela su motivación para adentrarse en el mundo literario y comparte detalles sobre su último trabajo, "Diario de un Soldado de Asalto al Servicio del Imperio", una inmersión en el universo de Star Wars.

José Carlos Ríos Camacho: Del aula a las galaxias, su incursión literaria en "Diario de un soldado de asalto al servicio del Imperio"
20240117_174420
José Carlos Ríos Camacho

Es usted profesor de Secundaria, doctor en Historia Medieval, licenciado en Geografía e Historia y diplomado en Filología Hispánica. Sin embargo, ha hecho tres incursiones en el mundo literario.

Sí, claro. Lo creí necesario.

Desde luego, en el mundo filológico histórico hay un montón de trabajos publicados, pero lo que a mí me llama la atención es en el mundo literario, que haya publicado Ciervos y Serpientes, La Trenza Dorada y ahora Diario de un Soldado de Asalto al Servicio del Imperio. ¿De dónde sale ese impulso de meterse en lo literario?

Bueno, pues, de trabajar quizás, no tanto el mundo de la investigación histórica, que es más árido, estricto, aunque muy reconfortante, después de trabajar mucho en archivos y todo eso, al final sale una cosa muy tuya, te quieres sumergir también en la ficción.

Era la hora de introducirme en el ámbito filológico, soy también de Hispánicas, como ya has dicho, aquí por la UDC, y especializarme en un montón de autores, analizar sus obras literarias. Dije yo, bueno, también he tenido mis ensoñaciones literarias en el mundo de la ficción, vamos a ver qué pasa. Claro, empecé con una cosa intermedia, que es Ciervos y Serpientes, un recuerdo agradecido a mis profesores arqueólogos, Luis Monteagudo, Jorge Eiroa, entre otros, ¿no? E hice una novela histórica que acabó siendo no demasiado novela. La llamé "arqueoficción". Es decir, un poco rebelándome contra la novela histórica del mercado literario en el mundo de la ficción, pero que no es muy rigurosa con el trasfondo histórico. A ver, tiene su criterio el no ser riguroso, no digo que no, pero también tiene su lógica que podría haber sido, puede ser, un poquito más estricto con el dato histórico, pero ya me di cuenta, según avanzaba, que es muy difícil el equilibrio entre la ficción creativa y el trasfondo histórico-científico.

O cedes y te conviertes casi en un ensayo histórico, o cedes por otro lado y te haces una novela, donde la realidad histórica esté como muy de fondo, y el relato pues un poco vaya a su aire, para atraer la atención del lector. Bueno, después de esa experiencia, yo tenía escritos, hechos, cosas mías, hasta poesía, y voy haciendo los relatos de La trenza dorada, que son narraciones breves, mis homenajes desde mis ensayos filológicos, un poco más sesudos, del Quijote, otros trabajos sobre Emilia Pardo Bazán, el mundo de la ópera, que también habrás leído, alguna cosa. En fin: Rilke, Rosalía de Castro, Vicente Risco, Alfonso X el Sabio… he analizado bastantes autores y obras, y me tocaba meterme en la ficción. En La trenza dorada hice esas representaciones, que son como un álbum de fotos literario, donde hice mi reconocimiento a la historia antigua de la Gallaecia, la de los galaicos contra los romanos, un homenaje al juego de los niños cuando enfrentábamos o aliábamos a los indios, a los vaqueros, con los soldados de Comansi. Una incursión al mundo de la ópera (soy un apasionado de la ópera) y un recuerdo más que juvenil al Quijote, al personaje mío de Camacho el rico, que derivaba de un ensayo literario sobre las bodas de Camacho, ya más especializado.

Para rematar esta incursión, me faltaba rendir pleitesía a mi mundo de imaginación de adolescente, cuando en aquel año 77 vi el estreno de Star Wars, aquí en Coruña, en el cine Riazor, y el impacto fue brutal. No era una obra de cine al uso, y no era sólo una película más de ciencia ficción, en sentido estricto.

Muchos la catalogan como fantasía heroica. Vi ahí el universo del Rey Arturo, los Caballeros Jedi, El Príncipe Valiente, observé con atención el mundo del bien y del mal, maniqueo a veces, no lo veo ahora como entonces, vi todo un arte, una estética de George Lucas, una estética de las naves imperiales, y los uniformes de la República e Imperio, y el Senado de la República, el Emperador... Me remitía a historia antigua, a historia medieval, pero todo con una fachada absolutamente de ciencia ficción, pero que es una fantasía heroica, me remitía por ejemplo a Flash Gordon, quien no tiene ningún problema en ir de planeta en planeta sin ningún tipo de escafandra, me referenciaba a la literatura que yo había leído de joven, de Robert Howard, de Conan el Bárbaro...

Entonces fue como una revelación, todo en el cine, y entonces me animé, hace un par de años ¿Y si yo fuera un soldado de esos anónimos, del Imperio?, porque claro, los otros salen muy favorecidos en la foto, los buenos, pero los malos… los stormtroopers no son malos, sino que son soldados nada más. Pues podrían tener su voz, su familia, sus estructuras, sus organizaciones, su pensamiento propio sobre lo que estaba pasando en la Guerra Civil Galáctica. Y me puse a escribir una historia de una familia, de un esforzado padre de familia, que tiene que ganarse las judías, al servicio del Imperio, y además muy bien pagado, satisfecho con su piso. Pero claro, cuidado, siguiendo como yo ya tuve que hacerlo con Lucasfilm, estableciendo el contacto, siguiendo y respetando escrupulosamente el canon de Star Wars, el emperador no es el bueno, y los Jedi son los malos, no. No es que las tropas imperiales tengan que ser muy malas, sino que no lo son tanto como las pintan; ni los otros son tan buenos como nos cuentan, como la vida misma. Los historiadores a veces tenemos que hacer, hacemos el papel de abogados del diablo. Tocaba.

Entonces en ese mundo juvenil, también para lectores de mi edad, de nuestra edad, 50 para arriba, es para los que hayan bebido las primeras películas de Star Wars, porque de las últimas entregas, no tengo nada que ver con ellas. O sea, las de George Lucas en persona sí, con Irvin Kershner y demás.

Al final hay un vocabulario, al final añado un glosario, donde, para los iniciados y los mini iniciados, consta el vocabulario de cada galaxia, de cada militar, el nombre de los planetas, de algunas naves, porque si no, ¿qué es un holograma?, ¿qué es el planeta Hoth?, ¿qué es realmente un Jedi?, ¿qué es una moto Jet 74-Z?, ¿qué es un click, una medida? Claro, es un mundo, un universo aparte, con unidades de medida, de distancia, de velocidad, para los que estamos un poco atentos a ese mundo. Había que aclararlo y ponerlo a disposición del lector.

Tampoco es una novela al uso, ni un relato corto, es especialista de Star Wars, no exclusivamente en Stormtropper, aunque es lo primero que ves en tus recuerdos, en esa primera escena, en la primera entrega de George Lucas, donde primero que ves es: entra Darth Vader, y un montón de soldados de armadura blanca al lado… ¡es lo primero que ves!, fue un fuerte efecto. A partir de ahí, la estética de la armadura me sobrecogió.

Me voy ahora a su faceta de profesor, porque por lo que me comenta, de esta última obra, veo que está tratando de reflejar los matices, y estamos en un momento en el que parece que sobran los matices, todo se polariza. En el mundo de la educación, en los chavales, ¿nota un cambio en la mentalidad, también se refleja eso, les cuesta más comprender?, ¿qué está pasando en la nueva generación?

Es algo parecido quizás a lo dicho porque no vivieron nuestro mundo. Es otro muy distinto, sólo que ellos tienen menos defensa psicológica, ideológica, de perspectiva de la vida, de madurez, y son más vulnerables a todo lo que puede ser la agresión psicológica y la que no. Además, nosotros, en el mundo civil, experimentamos día a día nuestra profesión. Los que no están en el mundo sanitario, no conocen el mundo sanitario, los que no están en los juzgados, no conocen el mundo judicial ni el económico, los juicios, las salas y audiencias. En la educación pasa exactamente igual, tanto la educación como la sanidad, son éstos, elementos muy sensibles al mundo de los políticos, a los que les gusta mucho hablar de educación, o de asignaturas, o de contenidos, pero lo que está pasando, es un reflejo más de la sociedad, una falta de formación absoluta, de lecturas, que ya viene en la mochila de casa, unas casas con familias desestructuradas, en gran medida. Cuando aparece una familia mínimamente organizada, un matrimonio estable, se nota, se nota el rendimiento académico en el alumno/a, inmediatamente, es una ley general.

Y luego, lo que falta es, aparte de estos aspectos que he dicho, la ausencia de concentración y de atención en todas las cosas y matices. El tema es cristalino, es como si hablaras un poco contra la pared, porque ellos no están en ese mundo, ya no digo en el mundo académico, o el mundo de los contenidos. Hacen lo que pueden los chavales de la ESO o del bachillerato, simplemente es que les cuesta muchísimo estar en un estado de atención mínimo, es como si vieran lo que les rodea con el dedo pasando el móvil... de ahí el contraste con la “realidad 3D” … El mundo que no sea digital. Cuando yo les hablo de figuras de plástico, me dicen ¿y qué hace el muñeco? El muñeco lo tienes que hacer tú, con tu imaginación, tus aventuras, tu argumento, tu hilo argumental, personajes conduciendo la acción del muñeco, y hacia dónde va esa figura, y el sitio en que está, y tienes que construir el diorama, la escena, para creerte que estás en él... Tienes que ponerte a colocar el Fuerte de “madera”, dirigir la manada de bisontes, por un lado, tienes que conseguir los bisontes, que en mi época era muy difícil comprarlos, los indios y los vaqueros sí, pero los bisontes... Es decir, falta de imaginación, falta de atención, falta de concentración: es muy difícil enseñar así. A mayores, todo lo que te he dicho.

Un reino real éste... en el que los chavales lo tienen muy complicado, y no son tontos; en el fondo, de una manera inconsciente, ven los problemas que tienen cercanos. Sobre todo, la gente de bachillerato.

¿Quiere añadir alguna cosa?

A finales de febrero, tal vez marzo, presentaré el libro en la Librería Arenas y posiblemente en Alita Comics, en la Avenida Finisterre. Tocaría presentar mi último título aquí en nuestro barrio de Os Mallos. Me encantaría.

José Carlos Ríos Camacho: Del aula a las galaxias, su incursión literaria en "Diario de un soldado de asalto al servicio del Imperio"