Edificios históricos de A Coruña
La plaza de María Pita
La idea de construir en A Coruña una gran plaza mayor porticada llevaba tiempo barruntándose por algunas cabezas. Más concretamente y sobre todo, por la de Pedro Martín Cermeño, un ingeniero que ostentaba el cargo de Gobernador de Galicia. En 1779 el hombre realizó el primer proyecto de una gran plaza en la ciudad vieja. Sin embargo, fue descartado y pospuesto todavía unos cuantos años más.
Retrasos, polémicas y especulación
No fue hasta 1840 que se hizo definitiva la idea de dotar a A Coruña de su plaza. Una idea que cobró sentido cuando las murallas y fortificaciones que separaban el barrio de la Pescadería y la Ciudad Vieja fueron derribadas, dejando en su lugar un enorme solar. Cierto era que el desnivel entre la zona alta y La Marina dificultaba el proyecto, pero se acometió con empeño, aunque con desastrosos atrasos.
El plano más antiguo se remonta a 1859 realizado por orden del coronel Joaquín Montenegro y firmado por Policarpo Castro. Por aquel entonces, tratándose A Coruña de una plaza fuerte, esta clase de operaciones urbanísticas dependían directamente del ejército. El proyecto consistía en convertir el conocido como Campo del Derribo o Campo de San Agustín, en una gran plaza porticada. En un primer momento, los solares de la plaza serían ocupados por el ayuntamiento, residencias de oficiales y suboficiales e incluso un nuevo cuartel de la capitanía general.
Aquellos planos tampoco llegaron a convertirse en realidad. Exactamente como les pasó a los de Faustino Domínguez que en 1860 realizó, a petición del ayuntamiento, su propio proyecto. No obstante, de los bocetos de este arquitecto municipal, quedaron la arquería porticada y los cuerpos primero y segundo de balcones.
Los atrasos fueron tan graves, debido sobre todo a la especulación que sufrieron las nuevas parcelas disponibles, que la plaza no se remataría del todo hasta 1958. Un siglo de obras y proyectos en los que la firma definitiva fue la de Juan de Ciérraga que definió el aspecto actual del centro civil de la urbe herculina. Plaza de Alesón era su nombre por aquel entonces, aunque no con el que la recordamos todos hoy en día.
Tributo a la heroína
Hoy cuando alguien mira a nuestra plaza, antes incluso de ver las hermosas galerías o los balcones de hierro forjado, lo primero que capta su atención es la estatua central: el homenaje de nuestra ciudad a la heroína María Pita.
24 años tenía María Pita cuando en 1589 la armada inglesa, con Sir Drake a la cabeza, atacó la ciudad de A Coruña. En el ataque, cuando las murallas cayeron, el marido de María, Gregorio de Rocamonde, fue asesinado. Llena de ira, la mujer recogió el estandarte de la bandera inglesa y lo utilizó para acabar con la vida del alférez que dirigía el ataque. “Quen teña honra que me siga”: gritó la María Pita y los coruñeses, inflamados por su valentía, hicieron que el ejército enemigo se batiera en retirada.
María Pita se convirtió en un símbolo de la ciudad y merecía un lugar especial en el espacio urbano. Esta idea ya apareció en los primeros planos del edificio del ayuntamiento, en los que Faustino Domínguez reservaba un gran lugar de la fachada para colocar una estatua de la heroína. 30 años después de este primer intento, en 1890, José González y Jiménez ganó un concurso de ideas al que había presentado una estatua de María Pita muy parecida a la actual. En esa ocasión, estuvo más cerca de conseguirse ese sueño herculino de levantarle un homenaje a la mujer. Sin embargo, las duras críticas que recibió la estatua por parte de los académicos y expertos, impidieron su verdadera puesta en marcha.
La estatua que hoy preside la plaza es una obra de José Castiñeiras que se instaló en mayo de 1998. Pesa 30 toneladas, mide 9,31 metros y está acabada en bronce. En ella, María Pita sostiene el cuerpo de su marido asesinado y la lanza en la otra mano.
Disputas, polémicas, retrasos e historia aparte; la Plaza de María Pita es hoy nuestro centro neurálgico y un símbolo del espíritu herculino. Su ambiente, su imagen y cada una de sus piedras forman ya parte de todo lo que nuestra ciudad es y difícil resultaría imaginársela de otra manera.