Libros
Trabajo, trabajo, trabajo: cuando sobrevivir también es literatura

La obra recoge una serie de relatos breves inspirados en experiencias laborales reales, escritas con una mezcla de humor, ironía y crudeza. Son textos que retratan curros de mierda, jefes absurdos, momentos de compañerismo inesperado y situaciones límite que muchas personas reconocerán como propias.
La edición y la impresión corrieron a cargo de Manchea, un taller donde cada libro se hace a mano, con mimo. Abel agradeció especialmente a Laura y Toño por su implicación, consejo y acompañamiento. También a Jano Viñuela Agra, el artista responsable de la portada y de convertir la obra en imagen.
Durante la presentación, A. Garci entrevistó al autor en una charla en directo en la que hablaron sobre cómo nació el libro, qué lo motivó, y también sobre temas más amplios como la precariedad, el papel del trabajo en nuestras vidas, el fracaso o el consumo de drogas. “Yo estoy ahí siendo Abel el que vende poemas o Abel el que carga y descarga o Abel el que sirve mesas, y si me viene una señora emperifollada o un señor con el reloj de oro y las maneras de que soy su criado… yo digo: vale, tú tienes tu película y yo voy a hacer un papel en esa película. Te dignifica porque entiendes que es todo un teatro y la dignidad está dentro de ti”, señaló el escritor.
El público también participó activamente compartiendo sus propias experiencias en trabajos precarios o surrealistas. Hubo testimonios de sanitarias, camareros, y personas que han trabajado en entornos tan dispares como mesas de árbitro de fútbol. La conversación se abrió y se convirtió en una especie de mapa compartido de lo laboral: duro, extraño, pero también lleno de vínculos inesperados.

“Al final en un trabajo estás viviendo una experiencia compartida. Cada uno está ahí para ganar dinero para sí mismo, pero también estamos huyendo de algo. Y ese huir nos lleva a encontrarnos con personas con las que no tenemos nada que ver fuera, pero encontramos un punto común”, expresó el autor. “Yo siempre pienso que, joder, cómo es posible que 50 tíos nos pongamos de acuerdo para descargar 5 camiones y montar un concierto y no seamos capaces de ponernos de acuerdo para quemar el ayuntamiento o una comisaría… o para construir algo… para hacer algo por ti y por tu gente”.
En una sociedad marcada por la productividad y la exigencia constante de rendimiento, García Pantín defendió el derecho al fracaso como forma de resistencia: “No invito a la gente a fracasar, pero fracasar está bien. Todo lo que hagamos es parte de un proceso, es un aprendizaje y te constituye como persona. Cada uno tiene que ir lidiando con sus propios fracasos como pueda, pero sobre todo que no le venza esta vorágine del éxito, la perfección y los logros mayores porque eso es una cortina de humo destinada a exprimirnos”.
"Trabajo, trabajo, trabajo" está disponible y puede conseguirse en Manchea, O Fiandón y A Tobeira de Oza. También contactando con Abel en su instagram.
