¿Por qué se llama A Coruña?

El nombre de A Coruña es un antiquísimo acrónimo ibérico que significa unida a la principal.

A Coruña. Fotografía de Juan Oliver
A Coruña. Fotografía de Juan Oliver

Verán, mucho nos pueda sorprender el nombre de A Coruña es un antiquísimo acrónimo ibérico que en español significa Unida a la Principal. Me hago cargo de que esta afirmación les deje atónitos, no puede ser de otro modo; pues voy a transmitirles una epistemología que ha estado inédita durante miles de años. 

Miren, A Coruña como saben es una ciudad y municipio de España que pertenece a la comunidad autónoma de Galicia, asimismo es la capital de la provincia homónima. Fue un relevante puerto histórico que se sitúa en la costa noroeste de la península ibérica. En las Rías Altas el centro de la ciudad se extiende sobre una península unida a tierra firme por un estrecho istmo. En tiempos, posiblemente consistía en una franja arenosa que las corrientes marinas formaron por acumulación progresiva de arena ampliándola a su tamaño actual. Pero ¿por qué este nombre? Es sencillo. A Coruña no sólo es la denominación que se dio al emplazamiento sino el apelativo que lo significa: La pequeña península unida a su continente. Eso es A Coruña o La Coruña. 

Lo explico mejor, el término Coruña se compone de dos raíces léxicas ibéricas: Cor- y -Uña. La primera raíz es un sustantivo y adjetivo que resulta fácil de comprender, con este lexema nuestros antepasados ibéricos expresaban aquello que es lo “principal” o lo más “importante” y es la raíz etimológica que más adelante usaremos nosotros para construir palabras como son: Cor-ona, Cor-te o Cor-azón. Por otro lado, la segunda raíz y que es -Uña es también un sustantivo y adjetivo que conocemos bien porque expresa una “unión”. De hecho, si reflexionamos sobre que es para nosotros “uña” convendremos que de algún modo también se trata de una pequeña parte unida a otra mayor.

En cuanto a la letra “ñ” del vocablo, es el resultado de la conjunción “ῆ” y que tenía el significado semántico de suma o total. Pero ¿suma de qué? No se trata de una letra “n” con virgulilla, la letra se abolía. Originalmente fue Corunῆa con “ῆ” (ήτα περισπωμένη). En otras palabras, la “eñe” pueda sorprender es la vocal / î / que fonéticamente suena como una consonante nasal (sonora) palatal [ɲ], se trata de una vocal consonantizada. Así que tomó un aspecto a ras de “ñ” para Coruña. Y es que nuestro idioma no sólo se caracteriza por un peculiar yeísmo sino por un insólito ñeísmo. ¿Cómo? Nuestra lengua la vemos escrita con caracteres latinos y por tanto suponemos que fue razonada igualmente en latín pero en realidad fue pensada de otro modo. Fue basada en una filosofía de origen heleno antiguo y plasmado con una asombrosa escritura ibérica que durante mucho tiempo se resistió a ser comprendida. Y créanme que es fundamental estar alfabetizado en ella para conocer la que hoy es la nuestra.

Hay que añadir que los antiguos Coruñeses fueron llamados también por el nombre de Artabros y les explicaré por qué. En realidad el termino es una traslación latinizada del acrónimo ibérico o locución: AR · TA · BRO. Esto tuvo una desconocida explicación léxica hasta nuestros días y que está justificada en su ignoto “oficio”, y para entenderlo mejor digamos que eran cosechadores pero ¿de qué insólita cosecha hablamos? Miren, la partícula (Ar) y que en griego es ἄρ᾽ técnicamente se trata de un verbo en tercera persona del singular del indicativo aoristo activo jonio disminuido, aunque bastará con decir simplemente que en la actualidad es un verbo expresado en español con nuestra primera conjugación pero ¿Cual? No importa, es la acción lo que nos interesa, es el verbo que en este contexto será “cortar”, “recoger”, “segar” porque lo que vendrá a continuación es la acción que se ejerce sobre una planta. Pero ¿se atreven a decir cuál? Sigamos, el segundo lexema se trata de (-ta-) que es un artículo y aunque en griego puede adoptar distintas funciones para nosotros tan sólo la aplicaremos en el sentido de un mero determinante como en la actualidad pudiera ser nuestro “el” o “la”. Y el tercer lexema (-bro) en la actualidad nosotros lo expresamos como (Bro-te) y empleándolo para aquello que nace, emana, crece o germina. Sí efectivamente Βρύο y que en griego todavía hoy lo usan tal cual así para referirse a una planta: Τα βρύα. quiere decir “El Musgo”, ahora bien en la antigüedad tuvo otra acepción más y es la que en este caso cobra todo el sentido. Significa “molusco”. Los artabros eran mariscadores o quienes recogían el “marisco” que brota o brolla en A Coruña y que es una pequeña parte unida a otra mayor. ¿No les parece excepcional?